Si en 30 días no hay nueva coalición; se adelantarán comicios
Viernes 25 de julio de 2014, p. 27
Moscú, 24 de julio.
Tras disolverse la amplia coalición parlamentaria que, con mayoría constitucional de dos tercios de los votos, destituyó al anterior presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, el primer ministro Arseni Yatseniuk presentó este jueves su renuncia.
Esta decisión, que formalmente tiene que ser ratificada por 226 votos en la siguiente sesión de la Rada, abre la enésima crisis de poder en Ucrania, que expertos ucranios y rusos consideran especialmente inoportuna
ahora que el país libra una guerra contra los separatistas en dos regiones orientales, Donietsk y Lugansk.
Asimismo, por ley, procede la dimisión automática de todos los titulares de carteras, que seguirán en funciones hasta que Ucrania forme nuevo gobierno. Desde esta noche, el vicepremier Vladimir Groisman funge como primer ministro temporal, aunque los diputados están facultados para elegir otro premier técnico
.
Si en el plazo de 30 días no se configura una nueva coalición, posibilidad remota por la actual correlación de fuerzas, el presidente Poroshenko podrá disolver la Rada y convocar elecciones legislativas anticipadas.
Se menciona, incluso, que Poroshenko hará el anuncio el 24 de agosto, Día de la Independencia de Ucrania, y que las elecciones se llevarán a cabo el domingo 26 de octubre, dando tres meses de plazo para terminar con el problema del separatismo.
La necesidad de renovar el Parlamento se hizo evidente después de la expulsión de la bancada del Partido Comunista, precedida de un debate que ayer acabó a golpes y patadas entre diputados, recurrente y bochornosa práctica en la Rada.
Pero dicen quienes han seguido de cerca el tumultuoso quehacer político ucranio que la ruptura de la coalición que puso a Yatseniuk como primer ministro no se produjo sólo por las discrepancias presupuestarias que, al no ser aprobados los proyectos de ley gubernamentales por la mayoría de los diputados, pusieron en entredicho el financiamiento del ejército, entre otros rubros que ataban de manos a su gobierno.
Más bien, sostienen, sirvieron de pretexto para formalizar la ruptura de la coalición, a iniciativa del partido Udar (Golpe), del ex campeón mundial de boxeo y alcalde de Kiev, Vitali Klichko, que retiró hoy a sus 44 diputados.
Al secundarlos las bancadas de Svoboda (Libertad, 35 escaños) y de Desarrollo Económico (41 miembros) y hasta nueve diputados de Baktivschina (Patria) de Yatseniuk y del presidente de la Rada, Aleksandr Turchinov, ninguna ley podría obtener el indispensable respaldo parlamentario.
Sorprendieron las razones que esgrimió Svoboda, partido nacionalista cuyo programa contiene planteamientos de corte fascista, para abandonar la coalición: impedir que, al perder a Udar, Baktivschina estableciera una alianza con el antes oficialista Partido de las Regiones y hasta con los comunistas para seguir manteniendo a Yatseniuk como primer ministro, extremo que se antoja imposible.
En cambio, Udar coincide con Poroshenko en que hay que celebrar elecciones legislativas anticipadas, idea presentada por el actual mandatario como promesa de campaña y, en su momento, sólo pospuesta por el deterioro de la situación en Donietsk y Lugansk.
No es claro qué llevó a Poroshenko a creer que llegó la hora de enterrar a la anterior coalición con ayuda de Klichko. Se mencionan dos posibilidades principales:
La primera es que está convencido de que la ofensiva militar acabará con los separatistas, recluidos en Donietsk y Lugansk sin extenderse a la mayoría de regiones del este y el sur con población de habla rusa.
La segunda, que el mandatario ucranio piensa que su partido Solidarnost (Solidaridad), a pesar de la guerra, ganaría las siguientes legislativas con el 17.5 por ciento que le atribuyen las encuestas de intención de voto y él podría establecer nuevas alianzas para gobernar con mayor libertad en la toma de decisiones.
Ya sea por algunas de estas razones o por otra, parece que Poroshenko se lo juega todo a la carta de renovar el Parlamento y, en estos momentos, es muy difícil saber en qué terminará esta arriesgada apuesta.