or fin en México el tema del deterioro del salario real se ha discutido ampliamente. La convocatoria del jefe de Gobierno del Distrito Federal ha colocado el tema en la agenda nacional. Se reconoce que en la enorme desigualdad existente en el país, la congelación del salario mínimo ha jugado un papel relevante. La recuperación del salario mínimo puede jugar también un papel relevante en la dinamización de la economía nacional. Esta discusión, en otros contextos está igualmente planteada. Un estudio reciente de Standard & Poor’s (5/8/14) señala que el alto nivel de desigualdad que existe actualmente en Estados Unidos está provocando que el crecimiento económico se reduzca.
La afirmación no resulta novedosa. En los últimos meses se han publicado numerosos estudios que han demostrado que la desigualdad perjudica el funcionamiento económico y genera problemas políticos. Stiglitz, en un célebre artículo en la revista Vanity Fair, planteó que en Estados Unidos la política favorecía al uno por ciento más rico de la población. El movimiento Occupy Wall Street convirtió este texto en una bandera política. Tiempo después aparecieron estudios del FMI de Berg y Ostry y de la OCDE que reconocían que disminuir la desigualdad era benéfico para el crecimiento económico. Lo mismo ocurrió con estudios de la Oficina de Presupuesto del Congreso estadunidense.
El debate se fortaleció con la publicación del estudio de Piketty y de colegas como E. Saez. De modo que había ya abundante información que proporcionaba análisis duros, sostenidos en bases de datos para 29 países de enorme trascendencia (World Top Income Database que pronto se convertirá en World Wealth and Income Database). Lo relevante de la publicación de Standard & Poor’s es que una empresa financiera que produce información y análisis para sus inversionistas corporativos e individuales, al advertirles que la desigualdad está afectando negativamente el desempeño económico indica que el asunto es serio.
Naturalmente esta empresa no profundiza en propuestas de políticas como las que ha planteado Piketty, aunque reconoce que la desigualdad no es inevitable. Stiglitz, en un artículo reciente, aparecido en el New York Times (27/7/14), señalaba que la desigualdad no resulta de leyes económicas inexorables, sino de decisiones políticas tomadas por políticos. Este es el tema central del momento político de la economía global. Lo es porque en todos los países la desigualdad ha crecido sustancialmente en los últimos treinta años.
Son los años del modelo económico que proponía que se dejara que los mercados funcionaran libremente, eliminando la regulación estatal y privatizando empresas públicas. Son los años en los que desde el estado se debilitó la capacidad de los sindicatos, fortaleciendo las fuerzas patronales. Han sido los años en los que se utilizó al salario como ancla para detener el incremento de precios, provocando que en México como en otros países del mundo se redujeran significativamente los salarios reales de los trabajadores.
Consecuentemente se agudizaron las tendencias concentradoras del ingreso y de la riqueza. La crisis detuvo momentáneamente esta tendencia concentradora, pero rápidamente se recuperaron los ingresos del uno por ciento de la población ya que se apoderaron de la casi totalidad de las ganancias generadas en la recuperación. Hoy sabemos que es posible, y de urgente necesidad, revertir la desmedida concentración del ingreso. Hay diferentes maneras de hacerlo. Una es elevar los salarios mínimos permitiéndoles recuperar parte de lo que han perdido en los pasados 30 años. Esto es posible. En los debates organizados por el GDF se ha demostrado en más de 200 casos en distintos países.
Es posible que, luego de eliminar la indización de numerosos contratos al salario mínimo, se logre un pacto entre múltiples partes. No todos los posibles involucrados estarán de acuerdo. Por eso habrá que avanzar en aquellos lugares en los que se pueda, como en la ciudad de México, acordando elevar gradualmente los salarios de quienes por percibir el mínimo legal se encuentran en la línea de pobreza. Con ello el tema seguirá en la agenda nacional y la recuperación del salario mínimo será posible.