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Su exhibición fue una victoria contra la censura y un logro decisivo del sector cultural

A 25 años de Rojo amanecer poco ha cambiado; ayer Tlatelolco, hoy Ayotzinapa: Xavier Robles

Durante una proyección en la Cineteca, al silencio siguieron los suspiros largos y luego el llanto

Foto
Helmut Greiser, Guadalupe Ortega, Xavier Robles, Ademar Arau y Paloma Robles durante el acto por el 25 aniversario del estreno de Rojo amanecer en la sala Fernando de Fuentes de la Cineteca NacionalFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de octubre de 2014, p. a10

La exhibición hace 25 años de la película Rojo amanecer, dirigida por Jorge Fons, fue una victoria contra la censura, un logro del gremio cinematográfico y de sectores decisivos en la historia de la cultura en el país, como la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), a través de su entonces presidente José María Fernández Unsaín, por lo que creativos y parte del elenco se dieron cita en la sala 3 Fernando de Fuentes de la Cineteca Nacional para festejar el aniversario del estreno de esta historia sobre los sucesos trágicos del 2 de octubre de 1968, expresó el guionista Xavier Robles.

En dicha sala, hace cinco lustros, un 17 de octubre, fue estrenada Rojo amanecer, por lo que una emoción creciente se dio entre los asistentes, muchos de los cuales afirmaron que haber estado en la obra les marcó un antes y un después profesional y vital.

El público llegó a la sala el pasado lunes en un número que mereció aplausos. Eran tantos los interesados que fue necesario abrir otra sala para que todos pudieran ver Rojo amanecer.

La proyección fue en el contexto del ciclo El cine que no se olvida, cuyo fin es contribuir a reforzar la imagen del cine mexicano y a su revalorización entre las nuevas generaciones. Este es el fin de El Principio, Cine y Cultura, AC., instancia creadora de esta actividad anual, dentro del proyecto cultural Cinito Cinedebate.

La historia sobre la masacre tuvo su primera función el 17 de octubre de 1989, luego de que los involurados salvaran el filme de las garras de un sector del gobierno por desapaecerlo o enlatarlo para siempre. Las gestiones de Fernández Unsáin fueron tales que se llevó la película al entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, quien la vio y pidió que se editara en algunas escenas, las cuales fueron quitadas del original. Se trata de imágenes grabadas in situ por una francesa, donde se ven tanques y soldados en aquella tarde-noche de la matanza.

Lucha contra el tiempo

Este acto de conmemoración fue realizado con el apoyo de la Cineteca Nacional y de la Coordinación de Promoción y Difusión Cinematográfica de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).

El primer acto del programa fue la proyección del video A 25 años de Rojo amanecer, donde Héctor Bonilla, quien protagoniza la película con María Rojo, recuerda cómo un grupo de amigos y colegas decidieron tocar un tema hasta entonces vedado por la censura y la autocensura, y por el miedo a las represalias de sectores gubernamentales. Fue una lucha contra el tiempo, pues las autoridades no debían enterarse de que se estaba filmando una producción con esa temática. Todos fueron exigidos para que guardaran el secreto, pero Eduardo Palomo, quien hizo el papel de un estudiante herido en la Plaza de las Tres Culturas, soltó la información en una entrevista, según narra en el documental Bruno Bichir, quien también da vida a un alumno.

La prisa marcó la filmación y en tres semanas y media lograron terminarla. Ante el riesgo de que el material fuera confiscado y por la tergiversación mediática, sólo un medio mantuvo la línea de apoyar a la cinta: La Jornada, lo cual fue objeto de un largo aplauso.

Siguió la proyección de la película y el silencio se apoderó de la sala. Fue, en ese instante, como revivir un sacrificio.

Al final, tras la soledad de un niño caminando en la plaza, frente al edificio Chihuahua, donde su familia fue asesinada, decenas de personas lloraron y/o se indignaron por lo que revivió: la conciencia de que con el Estado no se juega y de que el pueblo sin armas poco puede hacer ante un ejército armado hasta los dientes.

Tomó la palabra Juan Antonio de la Riva, director de cine, quien expuso que a 25 años de su estreno y de la matanza México no sólo sigue igual, sino peor, lo que da una vigencia a Rojo amanecer.

La represión, tan aterradora como un Alien

Xavier Robles, escritor, comentó que la idea de narrar una historia como la de Rojo amanecer, donde el miedo va creciendo y el monstruo aparece hasta el final, se lo dio la cinta Alien, el octavo pasajero.

La represión es tan aterradora como un Alien, o más.

Lorena Salazar, presidenta de la Sogem, agradeció el reconocimiento de los asistentes a Fernández Unsaín.

En el documental aparecen los actores que desarrollaron los papeles de estudiantes, hoy mayores de edad, quienes reiteraron su idea fija de que la política es, debe ser, para hombres y mujeres, como campo de defensa de derechos.

A Xavier Robles le fue entregada la presea Caridad Bravo Adams, por haber escrito una historia que trascendió y colaboró a la cultura, en general, y al cine, en particular. Bonilla no pudo asistir, ni María Rojo, pero enviaron saludos y felicitaciones. En un momento de la proyección, Bonilla citó cómo un amigo suyo le entregó en una bolsa de pan 15 mil pesos para apoyar a la película, pues los rollos salían muy caros. “Mario Hernández me hizo llorar y me ofreció las escrituras de su casa. Él me conectó con Valentín Trujillo, quien tuvo una participación decisiva para la realización de Rojo amanecer.”

Xavier Robles afirmó que a 46 años de la matanza de Tlatelolco y a 25 del estreno de Rojo amanecer, poco ha cambiado México. “Fue lo del 68, luego el halconazo y ahora lo de los normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, que fueron brutalmente asesinados.” Por estos últimos pidió guardar un minuto de silencio, que fue largo y permitió oír suspiros largos. El silencio siguió al silencio. Resaltó la lucha coherente de los alumnos del Politécnico, su valor y su ubicación en la perspectiva de la lucha de los estudiantes asesinados en 1968.

Entre otros, estuvieron Valentín Trujillo hijo, Guadalupe Ortega, Sergio Sánchez, Gabriela Sosa y Simón Guerrero.