Miércoles 12 de noviembre de 2014, p. 32
México busca una explosión del crédito bancario para aumentar su ritmo económico, pero todo indica que el estallido no ocurrirá pronto: el sector financiero asegura que tienen más barreras que incentivos para ofrecer dinero.
Aunque en enero comenzó a regir una reforma financiera que promete facilitar la oferta de crédito de la banca privada al simplificar reglas e incrementar préstamos de los bancos de desarrollo, el crédito a las empresas se contrajo este año frente al pasado.
Las autoridades acusan al sector financiero de no prestar lo suficiente. Los bancos dicen que las regulaciones de capitalización en un país que sufrió dos décadas atrás una profunda crisis financiera son muy estrictas y que los procesos judiciales para recuperar su dinero son ineficientes.
El problema es que México necesita el crédito para ayudar a impulsar la actividad, en momentos en que la demanda externa sigue débil y el consumo interno es la clave para empujar la rueda.
México es la segunda economía de América Latina y una potencia exportadora, cuyo grado de inversión garantiza a sus grandes empresas acceso fácil y barato al financiamiento internacional.
Pero en casa, sea por las altas tasas de intereses que cobran los bancos o la restringida oferta crediticia, el país ha quedado detrás de sus vecinos y competidores. Claramente estamos muy rezagados
, admitió hace días en un foro de negocios Alejandro Valenzuela, director general de Banorte.
Se presta la mitad que en EU
Datos del Fondo Monetario Internacional muestran que el año pasado la cartera de crédito de la banca comercial de México representó 19.5 por ciento del PIB.
No sólo es menos de la mitad que el 44 por ciento de su socio comercial Estados Unidos y de 47 por ciento de su rival regional Brasil, también es menor al de la empobrecida Honduras.
Los bancos culpan de la situación también a la elevada informalidad económica. El gobierno ha hecho esfuerzos por fiscalizar la economía subterránea, donde trabajan seis de cada diez mexicanos, con impuestos como el de los depósitos en efectivo. También ha intentado atraerla a la formalidad, con incentivos que no rinden los frutos esperados en un país donde el comercio informal es una salida al desempleo.
Aunque la banca de desarrollo estatal ha acelerado sus desembolsos, datos oficiales muestran que la expansión de cartera va a paso lento, sobre todo para las poco atendidas pequeñas y medianas empresas, la mayor fuente de empleo del país.