Economía
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La Revolución, en riesgo por errores propios y el bloqueo de EU

Cuba no se está proponiendo un socialismo de mercado: experto
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Viernes 21 de noviembre de 2014, p. 29

José Luis Rodríguez, quien fue ministro de Economía de Cuba entre 1995 y 2009, es de los pocos expertos de la isla que mantiene públicamente un análisis sistemático y riguroso, desde posiciones socialistas, sobre las transformaciones que agitan la isla. En un país que se levanta casi todos los días con un nuevo decreto en la Gaceta Oficial que avanza hacia cambios estructurales del modelo económico, apenas se escuchan los funcionarios explicando las medidas en lengua de la calle, mientras en el espacio digital –con una altísima capilaridad en la isla a pesar de la débil infraestructura de Internet– florece todo tipo de análisis especulativo, frecuentemente con la brasa arrimada a propuestas neoliberales.

En cualquier caso, la economía es el tema de los temas en el país. Cuba se enfrenta a un dilema de hierro: o actualiza, revisa y reconstruye su estructura económica o la Revolución corre el riesgo de sucumbir ante la presión combinada de sus propios errores y las agresiones del bloqueo de Estados Unidos, en un momento delicadísimo de reacomodo del Consenso de Washington hacia la isla.

En vísperas de la última sesión plenaria del año en el Parlamento cubano, que tiene en agenda el análisis de los resultados del llamado proceso de actualización y los planes para 2015, la llamada cubanología –estudiosos de Cuba desde el exterior– interpreta que la nación caribeña está transitando a una economía socialista de mercado, la cual necesariamente deberá acompañarse de cambios estructurales en el sistema político.

Ordenar el modelo económico

Rodríguez, asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM), de La Habana, reacciona con un declaración tajante a La Jornada: Cualquiera que estudie la evolución histórica de las experiencias del llamado socialismo real claramente entenderá que nosotros no nos estamos proponiendo un socialismo de mercado.

La historia demostró que del socialismo de mercado quedó sólo el mercado sin socialismo, añade al recordar la experiencia en Europa del este hasta la década de los 80.

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José Luis Rodríguez, ex ministro de Economía de Cuba, en La Habana en imagen de archivoFoto Reuters

“Las críticas de la cubanología siguen la lógica de que si se introduce el mercado, debe llegarse hasta las últimas consecuencias –es decir al capitalismo– para lograr una eficiencia superior. De ahí que presupongan eufemísticamente cambios políticos para atemperarse a esa tendencia, lo que no es otra cosa que provocar el tránsito al capitalismo. Por más vueltas que le quieran dar, eso es lo que está en el fondo de sus ‘recomendaciones’”, dice.

Eso no significa que la isla ignore al mercado. “Se requiere de las categorías mercantiles, si queremos avanzar a un desarrollo más racional –admite. La presencia de las relaciones puede asegurar un desarrollo socialista posible de acuerdo a las circunstancias de subdesarrollo en que se desempeña la economía cubana, “aunque –desde luego– no es nada sencillo”.

Rodríguez considera que el ordenamiento del modelo económico cubano ha tenido que comenzar por las grandes decisiones que modifican la estructura de gestión en la macroeconomía, donde se aprecian algunos resultados de importancia, aunque la población no experimenta grandes cambios en la microeconomía.

Admite que se ha producido el deterioro del salario real y las restricciones para expandir servicios como el transporte y la construcción de viviendas. Sin embargo, hay avances innegables. De un saldo comercial negativo en el PIB que era –5 por ciento en 2008, se ha pasado a un saldo positivo de +1.6 por ciento en 2013 gracias a la expansión de las exportaciones y a la sustitución de las importaciones y el ahorro.

Esto es de importancia estratégica, pues permite crear mejores condiciones para ampliar la inversión extranjera, elevar la tasa de inversión del país y aumentar los ritmos de crecimiento hasta alcanzar en pocos años cifras del orden de 6 a 8 por ciento, concluye.