Martes 25 de noviembre de 2014, p. 8
La monumental obra y legado de Diego Rivera (1886-1957) fue recordada durante el 57 aniversario luctuoso, luego de la guardia de honor que se realizó este lunes en la Rotonda de las Personas Ilustres, en el Panteón Civil de Dolores.
Familiares, amigos, estudiantes del Centro de Educación Artística Frida Kahlo y autoridades del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) recordaron hoy al pintor y muralista, quien además de su obra de caballete, pintó en México espacios como los muros del Anfiteatro Bolívar, de las secretarías de Educación y Salubridad, de los palacios de Bellas Artes y Nacional, así como en Chapingo, lo cual fue plenamente monumental
, dijo María Cristina García Cepeda, directora del INBA.
La funcionaria recordó a Rivera como un artista imprescindible dentro de la plástica mexicana del siglo XX, precursor de la Escuela Mexicana de Pintura y del muralismo, y consideró que la prolífica obra del pintor es un constante diálogo entre el presente y el pasado, entre la tradición y la vanguardia, y por ello siempre será motivo de nuevas lecturas.
Guadalupe Rivera Marín, hija del artista, evocó a su padre y defendió sus ideales y, además, recordó que el día de su sepelio, luego de que el también muralista David Alfaro Siqueiros destacara la faceta comunista de Rivera, ella puntualizó que su padre fue mucho más que eso, y lo hizo porque México es una nación con diversos orígenes y pluralidad.
Llamó a la unidad y a levantar la cara ante el momento político y social que atraviesa el país para salir adelante como en otros momentos de la historia patria se ha logrado.
Rivera Marín colocó decenas de alcatraces sobre la lápida de su padre, misma que lucía un retrato del artista en blanco y negro, y montó una guardia de honor junto con la titular del INBA.