Relaciones internacionales
Martes 25 de noviembre de 2014, p. 30
China fue la gran ganadora en las cumbres de la Asociación de Naciones del Sureste de Asia (Asean) y de Asia Oriental, realizadas en Myanmar la segunda semana de noviembre. Ya desde antes el gigante asiático tenía el impulso político, luego de sus éxitos diplomáticos en la reunión de líderes de la Asociación Económica Asia-Pacífico del 8 al 10 de noviembre en Pekín. Allí, Estados Unidos y China dieron a conocer un relanzamiento de su relación estratégica; el primero expresó su intención de hilar más delgado en temas de interés para la segunda, notablemente el enredo de disputas territoriales en el Mar del Sur de China, y ambos países decidieron enfocarse en impulsar los flujos de comercio bilateral.
En las reuniones de Myanmar, el premier chino Li Keqiang propuso un tratado de amistad con el grupo de diez países de la Asean, ofreciendo entre 20 y 40 mil mdd en préstamos para ayudar a crear una versión de la vieja Ruta de la Seda en la región del Mar del Sur de China para el siglo XXI.
Sin duda, esta estrategia busca calmar las crecientes inquietudes de algunos estados del sureste de Asia, que la ven como una fuerza cada vez más hostil en la región, y acercarse al bloque Asean mediante sociedades basadas inicialmente en lo económico. Este enfoque viene bien a naciones como Tailandia, Malasia y Singapur, que han tratado de acercar sus economías a China en años recientes. Tailandia, por ejemplo, espera conseguir financiamiento chino para construir rutas ferroviarias que la conectarán con el sur de China, y de ese modo ponerse en el centro de una nueva fase de crecimiento impulsado por el comercio en el sureste de Asia. Malasia, en tanto, ya desarrolla el puerto de Kuantan en su costa oriental para capitalizar los crecientes flujos de mercancías con China y ofrecerse como puerto de salida en las rutas de embarque hacia Europa y Medio Oriente. En la cumbre de Asean, Li señaló que los préstamos preferenciales podrían ayudar a hacer realidad esta visión.
Sin embargo, las iniciativas económicas chinas podrían aislar a países como Vietnam y Filipinas del resto de Asean. China y Vietnam chocaron hace unos meses, cuando la primera maniobró para remolcar una plataforma petrolera hacia aguas que reclaman ambas naciones. Hubo un tenso impasse de varios meses, hasta que China retiró la plataforma antes de la temporada anual de tifones. Entre tanto, Filipinas ha puesto en disputa ante un tribunal de la ONU los reclamos de China sobre casi todo el Mar de Sur de China, lo cual ha irritado a los gobernantes chinos. Pekín prefiere discutir estos asuntos de modo bilateral con las naciones rivales.
Tanto Vietnam como Filipinas han desarrollado fuertes lazos militares y diplomáticos con Estados Unidos en los dos años pasados, en el caso filipino permitiendo nuevas instalaciones militares en el archipiélago. Estados Unidos ha respondido con entusiasmo a estas aperturas: ve el Mar del Sur de China como un asunto que puede ayudarlo a reconstruir su influencia en la región, que se ha diluido a raíz de su involucramiento en el conflicto en Medio Oriente.
Sin embargo, es probable que las acciones del presidente estadunidense Barack Obama en cumbres recientes para mejorar relaciones con Pekín susciten dudas acerca de la disposición de Estados Unidos a apoyar a adversarios de China en disputas territoriales. No está claro hasta dónde apoyará Washington a países como Filipinas en cualquier confrontación con China. También está en duda la unidad de la Asean en relación con las disputas del Mar del Sur de China. El bloque regional se ha acercado poco a poco a una postura más robusta y unificada hacia el gigante asiático en años recientes, pero en las cumbres de este año fue notable su contención en las referencias a las tensiones marítimas. La declaración de este año no fue más allá de señalar que los estados miembros siguen preocupados
.
Las acciones de China para mejorar sus relaciones con Estados Unidos y al mismo tiempo abrir la puerta a vínculos comerciales más fuertes con naciones amistosas (o al menos más amigables) en el sureste de Asia podrían crear un problema a largo plazo para Filipinas y Vietnam. El aislamiento potencial de estas naciones no puede descartarse. En particular, la ruta un tanto agresiva emprendida por Filipinas al acudir a la ONU no ha resonado bien entre algunos de sus pares del Asean. En contraste, Malasia, que también figura en las disputas del Mar del Sur de China (y presidirá la Asean durante 2015), ha sido notablemente cautelosa al describir su relación con China, poniendo típicamente sus nexos económicos por arriba de otras consideraciones.
Ventana de oportunidad
Es probable que China esté consciente de que las estrategias seguidas hasta el momento por Filipinas y en menor medida por Vietnam tal vez resulten efímeras. El mandato del presidente filipino Benigno Aquino termina en 2016, y no hay garantía de que su sucesor persista en el mismo enfoque hacia el gigante asiático. Del mismo modo, el primer ministro vietnamita, Nguyen Tan Dung, es una de las fuerzas principales tras los esfuerzos por profundizar relaciones con Estados Unidos, pero su persistente dominio del politburó de su país no se puede dar por sentado. Si el juego final de Pekín es romper la unidad de la Asean en la cuestión del Mar del Sur de China, los años venideros representarán una oportunidad de lograr ese objetivo.
Economist Intelligence Unit
Traducción: Jorge Anaya
En asociación con Infoestratégica