Domingo 7 de diciembre de 2014, p. a16
Un buen relato está siempre horadado, lleno de rincones inaccesibles que nos invitan a entrar una y otra vez, sin llegar a fondo
, dice Vivian Abenshushan en el prólogo de Allí te comerán las turicatas, libro cuyo título cuenta el final, pero que es imposible descubrir sin leer, y cuya relectura resulta obligatoria.
Se inicia con la referencia a un sueño, en el que la protagonista parece reintroducirse con un juego lírico, sin permitir saber al lector si como Alicia cayó en la madriguera del conejo o sólo se quedó dormida mientras iba en busca de su marido en las montañas.
Ocurre que se pierde y encuentra a una pareja desnuda en una cabaña sin techo, con una puerta como mesa. Su primer instinto es huir, pero al igual que al lector le intriga saber qué pasa, por qué van desnudos, por qué viven así. Intenta preguntar y le responden con un lenguaje incomprensible, aunque amable. Alcanza a entender que le ofrecen una cortesía y la acepta; se sucede otra y, sin darse cuenta, acaba atrapada. El texto es quizá magistral, hace que quieras seguir leyendo, pese a una sensación de que tal vez no entiendes nada o de tanto interpretar simbolismos rescribes en la mente una obra distinta, propia. El final, sorpresivo, claudicante o amoroso, como las parejas que han vivido cerca por mucho tiempo
.
Las dudas continúan tras terminar, así que se vuelve al texto, aunque sea sólo para contemplar, como quien admira la Mona Lisa.
Título: Allí te comerán las turicatas
Autora: Cristina Rivera Garza
Ilustrador: Richard Zela
Editorial: La Caja de
Cerillos-Conaculta
Número de páginas: ?