Serán beneficiados del plan de Obama para aliviar restricciones
Domingo 21 de diciembre de 2014, p. 22
Minneapolis.
El sector agrícola de Estados Unidos tiene gran interés en un comercio más libre con Cuba. De trigo al arroz o a los frijoles, la industria se presenta como uno de los mayores beneficiarios del plan del presidente Barack Obama para aliviar las restricciones económicas y de viaje impuestas contra el gobierno de la isla comunista.
Las exportaciones agrícolas han sido una de las pocas excepciones al embargo estadunidense en vigor desde hace medio siglo, aunque han estado sometidas a normas engorrosas, como pagos en efectivo por adelantado antes de enviar los productos, y que los pagos se gestionen a través de bancos de otros países que cobran elevadas tarifas por sus servicios.
Como consecuencia, los países de América Latina y Asia con menos restricciones y una financiación más fácil han ganado cuota de mercado en los últimos años.
La eliminación de estas barreras comerciales hará que los productos agrícolas estadunidenses sean mucho más competitivos en precio
en Cuba, dijo el miércoles el secretario de Agricultura, Tom Vilsack, luego de que el gobierno de Obama anunció sus planes para restaurar las relaciones diplomáticas y tratar de persuadir al Congreso para levantar el embargo.
Los principales grupos agrícolas de Estados Unidos, incluyendo la Federación Americana de Agricultura y la Unión Nacional de Agricultores, así como los negocios líderes del sector como Cargill, han defendido durante mucho tiempo la normalización de las relaciones comerciales con Cuba, un mercado de 11 millones de consumidores, a unos 145 kilómetros de las costas estadunidenses.
Las ventas de productos agrícolas estadunidenses a Cuba alcanzaron un máximo de más de 710 millones dólares en 2008, antes de la recesión, pero cayeron a 350 millones de dólares en 2013, según el Consejo Económico y Comercial.
Pollo congelado, soya, productos derivados de ella y maíz son los principales productos que Cuba compra ahora en el país.
Es difícil cuantificar cuánto podrían suponer estos cambios para el comercio agrícola entre ambas naciones, dijo C. Parr Rosson III, jefe del departamento de economía agrícola en la Universidad Texas A & M, pero calculó que podría aumentar a 400 o 450 millones de dólares en un par de años.