La crítica de amigos
a crítica de los amigos es el regalo de los dioses, solía decir Enrique Hernández Ureña y tenía razón. Si un amigo te dice tus verdades en tu cara, tienes que oírlo. Los amigos hipócritas critican en la penumbra. En la política, uno no puede tener piel demasiado suave. Es una actividad sujeta a escrutinio. Pero no todas las críticas son equilibradas. Desconfío de los criticones que no ven nada sano en el objeto de sus observaciones. Para poner un ejemplo: Julio Hernández es injusto cuando critica la estructura que aprobó el Consejo Nacional de Morena para centralizar decisiones y evitar que las asambleas distritales y locales sean, literalmente, asaltadas por grupos de oportunistas. Las reglas del juego son una combinación de participación democrática y disciplina. Se logra un equilibrio virtuoso que será puesto a prueba el 1º de febrero cuando se celebren en un solo día y a la misma hora 300 asambleas distritales electorales.
Una organización política naciente en las durísimas condiciones que tiene que afrontar Morena necesita de dos cualidades: disciplina y apertura a la participación. Casi diría: tanta participación como sea posible y tanta disciplina como sea necesaria. Tenemos a la vista dos experiencias: cuando AMLO fue presidente del PRD durante 18 meses, el partido pudo, con una combinación de disciplina y participación, pasar de 16 a 26 por ciento en las elecciones federales y ganar las gubernaturas del DF, Zacatecas, BCS y Tlaxcala. Fue una contribución decisiva para la democracia. El PRI perdió el control de la capital y del Congreso. Otro antecedente: el desorden en las asambleas del PRD llevó al grupismo y de ahí a la degradación. Una pequeña élite aprovechó las circunstancias y se quedó con el partido para sacarle jugo.
Cuando Bolívar intentó fundar la República en Venezuela (1819), advirtió que un pueblo que sale de un régimen autárquico necesita un mando único y fuerte. El peligro de la solución bolivariana, es la concentración del poder. Por supuesto que Morena corre riesgos por estar centrada en un solo personaje. Pero el partido está abierto a nuevos liderazgos y cerrado a los impulsos de la fragmentación. México no tiene una cultura democrática. La oligarquía, en una actitud suicida, ha decidido mantener el viejo sistema. Para ello se vale no sólo del PRI, sino de los otros partidos mayores
. Morena es la única oposición real; para triunfar en la vía pacífica electoral necesita una fuerte unidad, sin ella terminaría por desmoronarse.
Aunque resulte fallido el análisis de Julio Hernández, es mejor que el desinterés de muchos politólogos que en lugar de investigar a Morena prefieren descalificarla. El problema con Julio es que no toma en cuenta las circunstancias de la política real como se vive en este país y en este momento.
Twitter: @ortizpinchetti