Sociedad y Justicia
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Obtuvo el registro en la CNBV y planea ampliar operaciones

Red de Microbancos beneficia a la gente pobre en Guerrero
 
Periódico La Jornada
Miércoles 21 de enero de 2015, p. 35

A 13 años de constituirse y de superar una quiebra técnica que la puso en riesgo, la Red de Microbancos en el norte de Guerrero –integrada por poco más de 3 mil socios, la mayoría mujeres– logró el registro ante la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), lo que da mayor confiabilidad a sus operaciones y la respalda en sus proyectos de abrir sucursales en Chilpancingo y Taxco, así como en Puebla.

Maciel Rodríguez, gerente de general de la citada red, definió que este proyecto es la niña que se cayó y descalabró, pero ahora vuelve a caminar. Es un servicio, dijo, que sirve a la gente más pobre de las comunidades más apartadas, quienes tienen planes de vivienda, de adquisición de equipos para producción agrícola o para mejorar su micronegocio, por ejemplo.

Esta red, cuyas sucursales se ubican en la región de Tierra Caliente de Guerrero, respalda con créditos de entre 8 mil y 13 mil pesos a pequeños ganaderos, campesinos, artesanos, a mujeres que tienen molinos de nixtamal; las tasas de interés son de 3.5 por ciento.

Lo más importante es que la gente de escasos recursos tiene acceso al crédito y al ahorro, mientras la banca tradicional cobra 100 pesos por abrir una cuenta y las sucursales no están en sitios de fácil acceso para quienes habitan en comunidades alejadas de las cabeceras municipales, dijo.

El microbanco es de gran utilidad para los artesanos de Copalillo, pues salen de sus lugares de origen para vender hamacas y por enviar su dinero se les cobran 35 pesos por cada mil, mientras Elektra cobra 88 pesos. A los campesinos se les aceptan pagos de 200 y 500 pesos semestrales, o de 15 pesos semanales. Este es un esfuerzo social que incluye una enseñanza de ahorro, de uso del crédito y de educación financiera.

La red, abundó, fue abierta en 2001 con el apoyo de la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social; primero fue sociedad civil, después cooperativa y ahora una red. Pasó por una quiebra técnica por falta de controles internos y en 2011 estuvo a punto de cerrar, pero los socios acordaron cambiar a los directivos y le dieron el cargo de gerente general del proyecto. Entré con mucho miedo, pero me sentía comprometido con la gente, empecé a recuperar la cartera vencida, a realizar un control de gastos, pues había una deuda de 2 millones de pesos más los recargos. Tras dos años de esfuerzos y de ajustes severos, los números rojos pasaron a negros; además, logramos mantener la confianza de los ahorradores.

Ahora los socios –así consideran a los ahorradores– saben que su dinero está seguro y que hay control interno; algunos ya piensan en cambiar los giros de sus micronegocios, comprar más cabezas de ganado, en suma, mejorar sus procesos de producción y actividades. Estoy satisfecho, porque la gente confía en este organismo de microcrédito, acotó.