todo lo posiblemente humanopara brindar ayuda. La imagen, en AntofagastaFoto Xinhua
Viernes 27 de marzo de 2015, p. 27
Santiago.
Después de tres días de intensas e inusuales lluvias en la región desértica del norte de Chile, que han provocado aludes e inundaciones, los reportes oficiales indican que hay al menos siete personas muertas y unas 22 desaparecidas. A esto se suma la interrupción del suministro de electricidad, afectaciones en las comunicaciones, así como bloqueos en carreteras y caminos.
Aunque este jueves hubo una disminución en las precipitaciones pluviales que dio una tregua a las regiones de Coquimbo y Atacama, el panorama que se observaba era desolador en poblados como Chañaral, El Salado, Diego de Almagro, Tierra Amarilla y Copiapó, donde hubo desbordamiento del río del mismo nombre. Todas las calles se encuentran anegadas y hay retrasos en aeropuertos de la zona.
En Copiapó, capital de la región de Atacama, hay unos mil 500 damnificados, en tanto que en la vecina ciudad de Antofagasta había más de 600. La presidenta Michelle Bachelet, que se encontraba en Copiapó, afirmó que se estaba haciendo todo lo posiblemente humano
para ayudar a las personas, ante el reclamo de la gente que buscaba albergues.
La falta de caminos, los puentes desaparecidos, el barro acumulado y un tímido sol que da esperanzas de normalidad, caracterizan la situación. La ayuda llega lentamente y en Chañaral falta alimentos, agua, medicina y ropa. El acceso a algunos lugares solo se puede hacer por helicópteros. Varios miles de personas han perdido todo, de acuerdo con los informes recabados por las autoridades.
Tras una larga sequía de seis años en la región de Atacama, a unos 800 kilómetros al norte de Santiago, los expertos consideran que comienza a producirse el fenómeno del cambio climático en lo que comprende el desierto más árido del mundo. El agua que ahora se precipitó representa un 20 por ciento de la que habitualmente cae en todo un año, indicó el meteorólogo Jaime Leyton.
Desde la víspera el gobierno chileno decretó el estado de excepción, con lo que puso la región bajo control militar y policial. Unos 2 mil 500 uniformados resguardan la zona y colaboran en las labores de rescate y auxilio a los pobladores, con apoyo de helicópteros. Principalmente en Atacama y Antofagasta se impuso el toque de queda durante la noche del miércoles.