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Alfaguara publica edición conmemorativa por 25 años de su novela Demasiado amor

Sara Sefchovich se niega a decir: este país ya se jorobó; prefiere la esperanza

Describe paisajes épicos de un México que en un cuarto de siglo se desdibujó

La editorial le pidió un texto para incluirlo, pero quedó un capítulo terrorífico que deseché, expresa a La Jornada

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Demasiado amor es una novela feminista dentro de un panorama de mujeres que triunfaban, pero que no eran feministas porque, incluso en lo físico, Beatriz (la protagonista) no es la mujer que aparece en las películas, sino la que representa lo que somos en la realidad: la que se pasó de peso, la que no tiene el cabello o el cutis hermosos, explica a La Jornada Sara Sefchovich, aquí junto a una escultura en bronce de Frida KahloFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Martes 9 de junio de 2015, p. 5

Hace 25 años, Sara Sefchovich (DF, 1949) llegó partiendo plaza a la literatura mexicana con su primera novela, Demasiado amor, descrita entonces por los críticos como insólita y extraña al ser protagonizada por una mujer gozosa, fluida, cachonda, como la definió Elena Poniatowska.

El relato enamoró a cientos de lectores que se dejaron llevar por la autora y por Beatriz, el personaje central, por los paisajes internos y épicos de un México que, en un cuarto de siglo, se ha desdibujado.

Para celebrar la efeméride, la editorial Alfaguara preparó una nueva edición y pidió a la autora que escribiera un capítulo conmemorativo para incluirlo en el ejemplar, en el cual la también socióloga hablara de lo que hoy ocurre en el país.

Pero quedó un capítulo terrorífico, explica Sefchovich en entrevista con La Jornada, pues resulta que imaginó a su protagonista en este 2015, donde ya no puede hacer lo que hizo hace 25 años, por miedo.

Beatriz no podría sentarse en la mesa de un café con desconocidos o andar en la carretera en la noche, o tener un departamento para recibir señores que pagan por sexo, un lugar así sería sitio de extorsiones o propiedad de un capo, añade la autora y dice que al terminar de escribir ese texto sintió “el golpe del tiempo que ha pasado, pues llevo 25 años escribiendo ensayos acerca de ese otro México, como País de mentiras y ¡Atrévete!: propuesta hereje contra la violencia en México, y había olvidado aquella nación de la que hablé en la novela a finales de los ochenta.

“Por eso, finalmente no quise incluir ese capítulo, porque no quiero destruir la ilusión que plantea Demasiado amor. No puedo ser la que crea que no tenemos esperanza para salir de la situación que vive nuestro país, no puedo decir esto ya se jorobó, porque pertenezco a esa generación que vio nacer, mal que bien, nuestra democracia, la cual, imperfecta y todo, existe, al igual que los derechos humanos y la libertad de expresión por los que seguimos peleando. No puedo cancelar eso.”

Diez años de gestación

Beatriz es una mujer que rompe esquemas, añade Sefchovich, “que puede andar por la vida con libertad. Le puse ese nombre cuando estaba ya en el penúltimo renglón, el día en el que alguien me preguntó: ‘¿cómo se llama la prostituta?’ Me enojé muchísimo, porque Beatriz es una mujer más allá de eso. Entonces, en el último momento, la nombré Beatriz, en honor a la de Dante y porque era el nombre con el que yo jugaba de niña a llamarme a mí misma”.

Demasiado amor se gestó durante 10 años, su escritura llevó año y medio. Nació en el instante en que Sara, frente al mar de las costas de Baja California, cerca de Ensenada, decidió anotar todas las experiencias y sensaciones que le dejaban sus recorridos por el país al lado de su pareja, el historiador Carlos Martínez Assad.

“Así nace esta historia –continúa– en un momento en el que estaban en el candelero la novela de comida de Laura Esquivel (Como agua para chocolate), y un poco antes la historia de una primera dama, de Ángeles Mastretta (Arráncame la vida). Demasiado amor llegó a romper eso, pues es una novela feminista dentro de un panorama de mujeres que triunfaban pero que no eran feministas porque, incluso en lo físico, Beatriz no es la mujer que aparece en las películas, sino la que representa lo que somos en la realidad: la que se pasó de peso, la que no tiene el cabello o el cutis hermoso.”

La forma en la que Beatriz vive su sexualidad en la novela es una gran metáfora para hablar de la intensidad de la vida y lo que implica conocer personas nuevas, pues la novela surge en una época en la que ya existía la comodidad de la píldora anticonceptiva y no había el miedo al sida; es ese periodo intermedio particularmente agradable para que las mujeres se plantearan, ¿por qué no me voy a deschongar? Hoy, todas esas cuestiones ya no son ni prohibidas y secretas, son muy comunes, pero en aquel momento eran impensables.