Opinión
Ver día anteriorLunes 15 de junio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
La paulatina erosión de la democracia
P

or lo visto, la élite política de Estados Unidos no quiere darse cuenta del paulatino desgaste de su sistema democrático. Hay varios ejemplos de la forma en que se ha deteriorado y de la brecha que se abre entre quienes, por conveniencia o ceguera, continúan poniéndola como ejemplo a seguir y quienes tienen serias dudas sobre su viabilidad para resolver las diferencias cada vez más profundas en el país.

En un reciente artículo, la analista política Elizabeth Drewde expone algunos de los más grandes peligros que afectan a la democracia estadunidense: exigencias cada vez más draconianas para votar en varios estados de la Unión, con el fin de desalentar el sufragio de las minorías, afroamericanas y latinas, principalmente; rediseño arbitrario de los distritos electorales para favorecer a los candidatos de un determinado partido político, y gasto de astronómicas sumas de dinero para influenciar el voto de los ciudadanos.

A contracorriente de la histórica marcha encabezada por Martin Luther King en Selma en 1965, cuya culminación fue la firma de la Ley del Derecho al Voto, 27 estados gobernados por el Partido Republicano se han dado a la tarea de desandar esa historia, propinándole una nueva zancadilla a la democracia estadunidense. Han emitido normas no muy diferentes de las que empujaron al doctor King a luchar por los derechos civiles de los afroamericanos. Van desde la obligación de poseer identificaciones, de las que miles de afroamericanos carecen, a la de exigir que los electores estén alfabetizados para tener el derecho a votar. Para colmo, esas taxativas al desarrollo de la democracia han sido avaladas por la mayoría conservadora de la Corte Suprema, encabezada por el juez Roberts, quien, por cierto, en su juventud conminó al presidente Ronald Reagan a no firmar la extensión de dicha ley.

El descrédito de la democracia es tal que pudiera ser la causa de que millones de jóvenes se alejen de las urnas en respuesta a su hartazgo por la degradación que la política ha sufrido. Las profundas divisiones, el oportunismo y las frecuentes denuncias de corrupción en el Congreso han jugado un importante papel en la erosión que la democracia ha sufrido. En medio de este oscuro panorama, se abre paso una nota optimista que proviene de un extenso y sugerente análisis del demógrafo William H. Frey. Considera que la transformación demográfica en el seno de Estados Unidos pudiera cambiar esta perniciosa espiral de desconfianza. Se refiere al papel que los jóvenes pudieran jugar en el futuro de la democracia, particularmente los de origen latino. En el siglo pasado, señala, quienes llegaron de Europa dieron un soplo de frescura a la economía y la democracia estadunidense. Toca el turno ahora a los herederos de quienes llegaron del sur del continente jugar ese urgente aire renovador que le es tan necesario a la economía y la democracia estadunidenses.