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Ver día anteriorJueves 18 de junio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Francisco: un papa ambientalista
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labado seas, la primera encíclica que puede atribuirse íntegramente al papa Francisco, ha causado revuelo antes incluso de su publicación. Fragmentos de un borrador filtrado ayer desataron de manera inmediata una polémica por la fuerza de su contenido: en el documento, el pontífice presenta una visión integral de la crisis ecológica que encara el planeta. No se trata de una cuestión menor; las encíclicas son el segundo documento más importante que puede emitir un Papa. Además, su publicación de cara a la Conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático en París a realizarse a finales de año, no deja lugar a dudas sobre el carácter político de este posicionamiento.

Por primera vez en su historia, la Iglesia católica emite una postura sobre la cuestión ambiental más allá de simples lugares comunes. Francisco también es el primer papa que vincula el cambio climático al modelo económico imperante, intrínsecamente devastador del medio ambiente, saqueador de los recursos naturales y empobrecedor de la mayoría de los seres humanos.

Así, la nueva encíclica se convierte, antes incluso de su presentación oficial, prevista para hoy, en un elemento insoslayable para el debate sobre el cambio climático y en un golpe demoledor para los sectores reaccionarios que se niegan a reconocer las dimensiones y la naturaleza de este fenómeno.

La lectura es clara: para salvar la creación, debe ponerse fin al modelo económico impuesto por el gran capital trasnacional. En tanto no se transforme la lógica de acumulación sin restricciones, toda política ambiental impulsada por las corporaciones y sus representantes políticos no es sino, en el mejor de los casos, un paliativo, y en el peor, un fraude que pretende enmascarar las realidades. El desafío que la postura de Francisco representa para los intereses financieros se hizo evidente por la instantánea reacción de varios políticos republicanos estadunidenses.

El documento papal es contundente: la voracidad de las compañías y la débil reacción de los políticos conducen a una catástrofe ante la cual no se puede seguir cerrando los ojos. Con el sometimiento de la política a las finanzas los intereses económicos fácilmente prevalecen sobre el bien común. Al recordar el papel regulador de las instituciones gubernamentales, Francisco acorrala a quienes intentan desentenderse de sus responsabilidades negando la crisis ambiental o bien pretendiendo explicarla como consecuencia de deficiencias culturales o educativas, y no por la corrupción que da lugar a regulaciones irresponsables y omisiones generalizadas en el cumplimiento de las leyes; éstas, cuando existen, toleran e incluso alientan prácticas como la megaminería, la extracción irracional de hidrocarburos mediante el fracking, el uso de biocombustibles y la siembra de alimentos transgénicos, prácticas claramente depredadoras del entorno.

Ante la voracidad de los capitales trasnacionales y la negativa de los políticos a asumir su función a favor del bien común, cabe congratularse por el posicionamiento claro y responsable de Francisco, quien, a diferencia de sus antecesores, ha mostrado capacidad y voluntad para comprender los tiempos que corren y actuar en consecuencia.