a democracia, el gobierno del pueblo para el pueblo, ha derrotado a la dictadura de la finanza internacional y a la troika en particular, y ha dicho “ ¡no! ( ¡oxi!)”, a unos nuevos programas de ajuste y restructuración
que jamás habrían resuelto la profunda crisis social y económica que vive Grecia. La deuda de Grecia es impagable, ilegítima y odiosa (véanse los conceptos jurídicos de una deuda así llamada, en el estudio del Instituto de Estudios Políticos para América Latina y África, publicado por la Revista GLOOBAL).
Los griegos votaron abrumadoramente ¡no! en un referendo sobre un rescate financiero de sus acreedores, desafiando las advertencias en toda Europa de que un rechazo a nuevas medidas de austeridad a cambio de ayuda financiera podría poner al país en un curso de salida de la zona euro. Con 100 por ciento de los votos contados, el no obtuvo 61.3 por ciento frente a 38.61 del sí, de acuedo con el periódico digital griego Ethnos.gr.
El pueblo griego ha tomado una decisión democrática frente a la Comisión Europea, subordinada a los dictados del Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), instituciones cuyos miembros nadie elegió, pero que gobiernan por encima de los gobernantes elegidos por los ciudadanos europeos. Más precisamente, en los hechos, dos mujeres duras como una roca –Merkel y Lagarde– son las Erinas (diosas griegas que regían el destino de dioses y mortales) han estado decidiendo la vida de los europeos y los horrores cometidos contra Grecia. La democracia diluida por el dinero ha asomado la cabeza y debe volver por sus fueros íntegramente.
Apenas se conocieron las tendencias irreversibles del no, la Nueva Santa Inquisición Financiera, las élites superiores de Europa, unánimente y al alimón, con sus poderosos medios de prensa y electrónicos, han lanzado una cascada de vehementes dicterios contra Alexis Tsipras. Congestionados de irritación porque Tsipras ha cometido tal atrevimiento, ya han dicho que el pueblo griego sufrirá más que en el pasado, culpando al irresponsable
primer ministro griego.
Pero vale la pena también recoger que en días y horas previas al referendo, el premio Nobel de Economía Paul Krugman se convitió en trending topic en Twitter, recomendando a los griegos votar no en el referendo, dado que el apoyo a las medidas de la troika supondría prorrogar indefinidamente las condiciones de los últimos años. Krugman explica que, aunque la perspectiva de una salida de Grecia del euro asusta a cualquiera
, incluido él, lo que está exigiendo la troika es que el régimen político de los recientes cinco años continúe de forma indefinida.
En el mismo sentido se expresa Joseph Stiglitz, también premio Nobel de Economía y ex economista jefe del Banco Mundial: “Un voto por el sí significaría una depresión casi sin fin (...). Un voto por el no abriría al menos la posibilidad de que Grecia, con su fuerte tradición democrática, pueda asir su destino en sus propias manos”.
Dos días antes del referendo Stiglitz dijo, con la certeza de quien conoce los entresijos del bandidaje financiero: “Es concebible que el resto de Europa y Alemania despierten y se den cuenta de que sus exigencias a Grecia son absolutamente indignantes... Es concebible, aunque muy poco probable. La exigencia (por parte de los acreedores) de que (Grecia) llegue a un superávit fiscal de 3.5 por ciento antes de 2018 es una garantía de que el país seguiría experimentando una depresión. Para mí es obvio que la austeridad ha fracasado. El pueblo griego fue el primero en decir: ‘Nos negamos a renunciar a nuestra democracia y aceptar esta tortura de Alemania’. Pero con suerte, otros países, como España y Portugal, dirán lo mismo”.
El 2 julio Stiglitz escribió: “En realidad, los dirigentes europeos están empezando a mostrar verdaderamente por qué se pelean: por el poder y la democracia, mucho más que por el dinero y la economía. Los resultados económicos del programa que la troika impuso a Grecia hace cinco años han sido terribles, con un descenso de 25 por ciento del PIB nacional. La tasa de desempleo juvenil alcanza ya 60 por ciento. No se me ocurre ninguna otra depresión en la historia que haya sido tan deliberada y haya tenido consecuencias tan catastróficas”. Esas son Merkel y Lagarde.
“El daño que la demagogia de Tsipras ha hecho a su pueblo es brutal, descalificante. Si hubiera aceptado la última propuesta de los acreedores, avalada por Bruselas, el país estaría en vías de resurgir, de dejar atrás el impasse en que lo ha sumido la irrupción de los radicales”. Lo dice hoy Bernard-Henry Lévy en la prensa española: Grecia estaba materialmente a punto de salir del agujero de la historia. Y, sin embargo, la genialidad de Tsipras ha conseguido el drama: las colas de los atribulados ciudadanos frente a los cajeros, el llanto de los desesperados pensionistas que ven derrumbarse su precaria seguridad frente a la vejez y la exclusión
.
La demagogia y las mentiras de la gran élite política financiera europea no tienen medida. Lo aprendieron pronto Tsipras y Varoufakis. Se abre ahora un espacio de incertidumbre donde las principales decisiones están en manos de Merkel.
Grecia ahora cada día explorará sus mejores decisiones. Pero sabiendo que ha sembrado una semilla. El pueblo unido jamás será vencido. Toca el turno de Podemos en España.