Quito: una belleza en la mitad del mundo
uito, la capital ecuatoriana, es una belleza cultural y arquitectónica, enclavada en la mitad del planeta, con sus palacios e iglesias coloniales que se imponen en los alrededores de la Plaza de la Independencia.
El centro histórico de Quito es de una riqueza arquitectónica, un deleite para que el visitante se interne en espacios antiquísimos como la Catedral metropolitana, cuya construcción inició entre 1562 y 1565, la más antigua de Sudamérica.
Este templo de estilo gótico-mudéjar, por las características de sus pilares, arcos y alfarjes, no sólo es belleza arquitectónica, es Catedral Museo porque allí hay frescos de maestros de la plástica como Bernardo Rodríguez y Manuel Samaniego. La gran pintura de la Asunción de la Virgen, en la parte alta del altar, es obra de Samaniego, mientras que detrás del coro se exhibe una escultura de la Sábana Santa de Manuel Chili Caspicara, escultor indígena perteneciente a la Escuela Quiteña de arte del siglo XVIII.
El Palacio Carondelet, Patrimonio Histórico de la Humanidad, es otra de las joyas de la época colonial, con su imponente salón amarillo, con sillas de madera labrada y fotografías de los presidentes de Ecuador desde 1830, pues es sede del gobierno.
Las iglesias, las calles empedradas, con su gente humilde, fraterna y con una calidad humana que impactó hasta al papa Francisco, en su visita a Ecuador, le dan otra dimensión de belleza a esta ciudad, ubicada a 2 mil 800 metros sobre el nivel del mar.
Para contemplar la belleza de San Francisco de Quito, construida en una superficie de 324 kilómetros, está El Panecillo, una elevación natural de 3 mil metros sobre el nivel del mar. Este fortín militar en la época de la conquista es hoy el sitio más frecuentado por los turistas porque desde esta colina se observa a lo lejos los Andes con sus volcanes y nevados, barrios enclavados en las laderas de las montañas, con sus calles empinadas.
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