Teorías y controversias sobre pobreza y persistencia del campesinado /V
Apropiacionismo y sustitucionismo, vías para el dominio capitalista del agro
avid Goodman, Bernardo Sorj y John Wilkinson, en su libro From Farming to Biotechnology (De la agricultura a la biotecnología; Basil Blackwell, 1987), identifican (y analizan a fondo) lo que llaman procesos de apropiacionismo y sustitucionismo adoptados por el capital para controlar la agricultura. Su enfoque se puede considerar una teoría específica sobre las relaciones entre unidades agrícolas campesinas (o familiares) y el capital, y por tanto, de manera indirecta, sobre la persistencia del campesinado, que viene a sumarse a otras que he analizado en esta serie. En los siguientes extractos (Introducción, pp.1-5) podemos ver cómo interpretan estos procesos:
“La clave para entender la singularidad de la agricultura no se encuentra ni en su estructura social ni en su dotación de factores. Más bien la agricultura confronta al capitalismo con un proceso de producción natural. A diferencia de la artesanía, la agricultura no podía transformarse en una rama de la producción industrial. No hubo [ni hay] ninguna alternativa industrial a la transformación biológica de la energía solar en alimentos. La industrialización de la agricultura tomó un camino diferente determinado por las restricciones naturales de su proceso de producción, representados como conversión biológica de energía, como tiempo biológico del crecimiento vegetal y de la gestación animal, y como espacio en las actividades rurales basadas en la tierra. Incapaz de eliminar estas restricciones ideando un proceso de producción unificado, el capital industrial respondió adaptándose a las especificidades naturales de la producción agrícola: la industria se apoderó de elementos discretos del proceso de producción, remplazando la siembra al voleo con la sembradora, el caballo con el tractor, el estiércol con fertilizantes químicos. Este debilitamiento discontinuo pero persistente de elementos discretos del proceso de producción agrícola, su transformación en actividades industriales, y su incorporación a la agricultura como insumos, lo designamos como apropiacionismo. Los productos agrícolas presentan problemas únicos para la producción industrial. Su destino como alimento impidió su simple remplazo con productos industriales. Pero el surgimiento de la industria alimentaria representa un proceso similarmente discontinuo pero persistente para lograr la producción alimentaria industrial que denominamos sustitucionismo. El producto agrícola, una vez reducido a un insumo industrial, es remplazado crecientemente por componentes no agrícolas. En su sentido más pleno, el apropiacionismo está constituido por la acción del capital industrial para reducir la importancia de la naturaleza en la producción rural como una fuerza fuera de su dirección y control. Se logró relajar la restricción de la tierra como espacio a través de la mecanización, y siguió una lucha continua para transformar los secretos de la producción biológica en conocimientos científicos y en propiedad industrial [patentes]. El apropiacionismo describe así la restructuración constante del proceso de producción rural a medida que este capital explota nuevas oportunidades para la acumulación. Los avances en el confinamiento de aves de corral y el ganado, la expansión de sistemas agrícolas de ambiente controlado y las recientes innovaciones en biotecnología apuntan el camino [hacia un proceso de producción industrial integrado]. La lógica de sustitucionismo llevado a la creación de sectores de acumulación aguas abajo, en la manufactura de alimentos y fibras. El desenlace tendencial del sustitucionismo es eliminar el producto rural, y por lo tanto la base de la agricultura rural. Esta dinámica se ilustra por la expansión de alimentos altamente procesados o fabricados
, basados en la reconstitución de componentes genéricos de los alimentos”. El surgimiento en los años setenta de las biotecnologías modernas, en particular de la ingeniería genética, marcan un avance generalizado en la manipulación industrial de la naturaleza, y han provocado una revolución tecnológica en la reproducción y crianza de plantas y ganado, en agroquímicos y en la producción de alimentos. [En el capítulo 3 se examinan] diferentes facetas de este proceso de bio-industrialización
, empezando por la ingeniería genética de plantas y el creciente control de esta nueva fuerza productiva por parte de las empresas trasnacionales. Concluimos esbozando dos trayectorias alternativas de apropiación y sustitución industrial: hacia la producción automatizada continua del producto agrícola, y la producción fabril de alimentos usando materia prima no alimentaria, incluso no agrícola”.
Como se aprecia, los autores parten de la premisa de la singularidad de la agricultura, la cual radican en que se basa en un proceso de producción natural: la transformación biológica de la energía solar en alimento. Goodman et al subrayan la falta de control del capital industrial dada su incapacidad de remplazar el crecimiento biológico de la planta (como una fuerza más allá de su dirección y control
) mediante un proceso industrial. Identifican como restricciones derivadas de su singularidad: el tiempo biológico de crecimiento de las plantas y de la gestación de los animales y el espacio en las actividades rurales basadas en la tierra. Los procesos de apropiacionismo y sustitucionismo están estrechamente relacionados con los eslabonamientos hacia atrás y hacia adelante (aguas arriba y aguas abajo) de la agricultura. El primero implica el remplazo de insumos previamente auto-producidos con insumos de fabricación industrial (caballos con tractores, estiércol con fertilizantes químicos, semillas de polinización abierta con semillas híbridas o transgénicas). (Véase evidencia empírica en la gráfica). El segundo, la descomposición y, en algunos casos, remplazo de productos agrícolas como insumos de las industrias alimentaria y textil. Goodman et al expresan claramente el alcance y los límites del apropiacionismo y muestran que su enfoque es capital-industrial-céntrico, por lo que ignoran la cuestión de la naturaleza capitalista de la agricultura en sí. Para ellos sólo el capitalismo industrial es específicamente capitalista, lo cual se relaciona con la noción de subsunción real de Marx (pp.6-7):
“La tesis central es la incapacidad histórica del capital industrial para transformar el sistema agroalimentario, desde la producción agrícola hasta el consumo alimentario final, como un todo unificado. Fracciones individuales de capital, por tanto, han intervenido en diferentes puntos en este sistema, dando lugar a estrategias específicas de acumulación. La agricultura ha sido el principal obstáculo a la imposición de un proceso de producción capitalista unificado en el sistema agroalimentario, y por lo tanto a la capacidad de revolucionar los medios de producción. Las principales restricciones han sido la naturaleza orgánica, la tierra y el espacio, y éstas han determinado el patrón y la trayectoria de la apropiación. El capital industrial se ha limitado a apropiaciones parciales del proceso de trabajo rural, lo que ha llevado a la mecanización agrícola y las innovaciones químicas y genéticas. La industrialización del proceso de producción agrícola ha seguido un patrón gradual y temporalmente desigual, dependiente de los avances de la ciencia y la tecnología. Esto es, incapaz de subsumir el proceso de producción rural, in toto, algunas actividades rurales se han convertido en sectores de acumulación del capital industrial. A medida que elementos del proceso de producción rural se vuelven susceptibles de reproducción industrial, son apropiados por el capital industrial y reincorporados en la agricultura como insumos o medios de producción producidos. El desarrollo agrícola capitalista se caracteriza por la apropiación industrial de actividades discretas, en marcado contraste con la transformación industrial de la producción artesanal. En la agricultura, la producción capitalista se localiza en la ciudad, no en el campo”.
El enfoque, además de capital-industrial-céntrico, explica de modo unidimensional la penetración/dominación capitalista de la agricultura, al sostener que los principales avances en las apropiaciones están “determinados por innovaciones mecánicas, químicas y, más recientemente, genéticas.” (pp.7-8):
Concebimos el desarrollo agrícola capitalista como competencia de capitales industriales para crear sectores de acumulación re-estructurando el proceso de producción preindustrial rural heredado, subordinando al capital actividades antes rurales, eliminando barreras a la acumulación. La supervivencia de las granjas, con tierra y naturaleza no reproducibles como la base material de la producción, es la medida de los límites actuales de este proceso
(p.8).