En esta edición se utilizaron 170 toneladas del producto, según los organizadores
Jueves 27 de agosto de 2015, p. a10
Buñol, España.
Empapados por una marea de jugo rojo, unas 22 mil personas celebraron este miércoles el 70 aniversario de la mayor guerra de tomates del mundo, la Tomatina, en las abarrotadas callejuelas del pueblo de Buñol, en el sureste de España.
Miles de turistas –británicos, japoneses, indios, australianos, kuwaitis, libaneses, etcétera– llegaron a esta localidad de 9 mil habitantes, a 40 kilómetros de Valencia, decididos a no perderse nada de esta orgía de tomates nacida en 1945 tras una enfurecida pelea entre jóvenes en un mercado.
Desde las 11 horas locales, siete camiones comenzaron a descargar un arsenal de tomates más o menos maduros. En menos de una hora, la multitud de guerrilleros gastaron más de 170 toneladas de frutos de munición, según un tuit de los organizadores.
Sumergidos en este gazpacho gigante, chicos y chicas en traje de baño y algunos con gafas de buceo fueron a la vez agresores y dianas, atrapados entre fachadas teñidas de rojo.
Tres meses sin comer tomate
Ahora, tres meses sin comer tomate por el asco que nos da, pero no pasa nada
, aseguraba ante las cámaras de televisión una participante de unos 20 años.
El alcalde de la localidad, Rafael Pérez, dijo a una radio nacional que el éxito de esta fiesta única
se debe al hecho de que los participantes pueden enloquecer y hacer lo que les venga en gana.
A muchos países quizá les cuesta más transmitir sentimientos. Los japoneses, por ejemplo, que son gente muy fría, muy hierática, cuando llegan aquí, se transforman
, señaló.
Clasificada como fiesta de interés turístico nacional, la Tomatina limitó este año el número de participantes a 22 mil –17 mil compraron boleto– debido a que la celebración congregó hasta 45 mil personas en 2012.
El ayuntamiento lanzó también una campaña llamada Besos por la igualdad para denunciar la homofobia y la violencia contra las mujeres. Invitó a todas las parejas presentes en la fiesta, heterosexuales y homosexuales, a besarse ante los medios de comunicación.
Los jóvenes turistas llegaban en autobús desde Barcelona, Benidorm o Málaga, muchos con una botella de alcohol en la mano.
En la televisión, un hombre de 40 años aseguraba llevar tomate hasta en la tarjeta de identidad
.
Se trata de la segunda ocasión en que se tiene que pagar para asistir. El ayuntamiento puso a la venta 17 mil entradas a 10 euros y dejó otras 5 mil gratuitas a los habitantes de Buñol.
Esta comercialización debe permitir sanear las finanzas de la localidad, muy endeudada, tras la crisis de 2008.
Los organizadores aseguran que, además, una parte de lo recaudado irá a una ONG en India.