El cineasta Ignacio Agüero será homenajeado con una retrospectiva en la Cineteca
El documental, forma fascinante de conocer y crear una nueva realidad
En este género lo que interesa no es la historia, sino el modo de hacer cine, en el que lo cinematográfico es el presente, afirma el chileno
El ciclo abrirá mañana con El otro día
Lunes 31 de agosto de 2015, p. a14
Una diferencia entre el cine de ficción y el documental, quizá la más grande, es el papel del azar en la producción. La sensación de que un suceso imprevisto puede ocurrir de pronto y llevar la idea original por otra parte. Al documentalista Ignacio Agüero es lo que más le gusta de su trabajo: Lo que interesa no es la historia, sino el modo de hacer cine, en el que lo cinematográfico es el presente
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Para celebrar el trabajo del cineasta chileno, la Cineteca Nacional preparó la Retrospectiva Ignacio Agüero, que se presentará del primero al 6 de septiembre en la Sala 7, Alejandro Galindo.
La muestra está integrada por ocho documentales. El filme inaugural será El otro día (2013), que retrata el interior de la casa de Agüero. El director cuenta las historias detrás de las fotografías y de los objetos que guarda en su hogar y describe su contexto familiar e histórico. “Quise hacer una película en la que, cuando me levantara, ya estuviera en el set”, comentó a Revista Capital.
Las historias del chileno se ven interrumpidas por personajes que tocan a su puerta: amigos, mendigos, vecinos y vendedores, a los que el documentalista les propone visitar sus casas y documentarlas.
El otro día fue galardonado como el mejor documental chileno en el Festival Internacional de Documentales de Santiago de Chile 2013, con el premio a mejor documental en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara de ese año y el Altazor 2014 a dirección de cine documental. Además, fue reconocido en los festivales de Yamagata, en Japón; de la Patagonia, en Chile, y en los premios Cinema Tropical, en Estados Unidos.
“El Mercurio sigue mintiendo”
Menos premiado, pero más controversial fue El diario de Agustín (2008), en la que el autor siguió a un grupo de estudiantes de periodismo de la Universidad de Chile que investigaba el papel que tuvo El Mercurio, el diario más importante de su país, en la elección de Salvador Allende en 1970 y el golpe de Estado que sufrió el mandatario tres años después. El documental fue censurado en su país y omitido por la crítica hasta 2014, año en que se exhibió por primera vez en televisión abierta.
Ignacio Agüero considera que el periódico sigue mintiendo 40 años después. “El Mercurio no informa, hace campaña en favor de los intereses que representa”, dijo en una entrevista para el diario chileno El Clarín.
No fue la primera vez que el documentalista santiaguino se enfrentó al Estado. Cuando realizó su primera película, No olvidar (1982), tuvo que hacerlo clandestinamente por la naturaleza de sus indagaciones. Acompañado del camarógrafo Cristián Lorca, habló con los familiares de las víctimas del caso Lonquén: en noviembre de 1978 un campesino encontró, en los hornos de una mina de cal en esa localidad los restos de 15 desaparecidos en 1973.
No olvidar, por su breve duración de 30 minutos, se proyectará en esta retrospectiva junto con Como me da la gana (1985), mediometraje en el que el cineasta documentó la realización de diferentes proyectos fílmicos que una serie de jóvenes directores chilenos producía en ese momento.
Tres décadas después, Agüero ya prepara la secuela de esa cinta. “Cuando una película tiene el número 2 es porque la anterior ha sido muy exitosa. Se supondría que a Como me da la gana le fue muy bien, pero este caso es la excepción, porque creo que no la vio nadie o casi nadie”, comentó el director para el periódico La Tercera.
Cien niños esperando un tren (1989) fue su tercer documental y el primero que lo hizo sentirse documentalista de verdad. Fue ahí que sentí (...) que había elegido seguir el camino del documental porque era el cine que se podía hacer y una forma fascinante de penetrar, conocer y crear una nueva realidad
, confesó el director en Suite 101. La película sigue a la profesora Alicia Vega mientras imparte un curso de cine para niños en una comunidad marginada de Santiago.
Su siguiente película es la historia de un témpano de hielo. Sueños de hielo (1993) mezcla las imágenes de un viaje en ultramar, desde la Antártica hasta España, para recolectar un bloque de hielo que será transformado en escultura para la Exposición Universal de Sevilla de 1992, con una narración en inglés que describe la aventura, divaga acerca de los sueños y transmite un mensaje ecologista.
El narrador omnisciente en Sueños de hielo no fue un recurso de exposición solamente, sino una forma de complementar el realismo de la documentación con elementos oníricos.
El narrador, imprescindible
En Aquí se construye (2000), Agüero demostró que el narrador es prescindible en un documental y dejó que la sola imagen contara la historia de un residente de Provincia, en Santiago de Chile, que sufre la demolición de un edificio vecino y la construcción posterior de uno nuevo en el mismo lugar. La idea, según el director, era captar la relación de un ciudadano con su vecindario.
Esta película es una muestra más de las infinitas posibilidades de este género narrativo, en el que las imágenes de la vida real hablan por sí solas determinando particulares relaciones entre sí y con la emoción del espectador
, comentó el documentalista en Nuestro.
La muestra también incluirá la proyección de La mamá de mi abuela le contó a mi abuela (2004), proyecto en el que el cineasta trató de rescatar la tradición oral del pueblo de Villa Alegre. El director le pidió a los habitantes que recopilaran sus historias, leyendas y mitos locales para hacer un guión teatral; más tarde les asignó roles a cada uno y juntos armaron una representación única en el estadio municipal.