Roszke.

Por debajo de la valla recién construida en la frontera de Hungría y Serbia, entre jirones de ropa y zapatos, cientos de migrantes continuaron este domingo su tránsito hacia Europa del norte, en medio de una crisis que ya provocó las primeras recriminaciones entre los gobiernos del continente, particularmente desde Francia e Inglaterra.

Con los primeros rayos de luz solar, unas 200 personas se animaron a pasar de Serbia a Hungría por debajo de la cerca de púas que el ejército húngaro levantó en las últimas semanas, en respuesta al flujo migratorio que proviene principalmente de las convulsionadas Libia y Siria.

La policía húngara informó que tres mil 80 personas fueron registradas como aspirantes al refugio político. Muchos utilizan la ruta de los Balcanes para acceder más pronto a los países con mayor oferta de empleo, como Alemania y los países nórdicos.

Una señal de alarma sonó esta semana en toda Europa cuando 71 personas fueron halladas muertas en un camión refrigerador abandonado en una autopista que une Budapest con Viena.

En Budapest, la policía detuvo a un quinto sospechoso de participar en el crimen. Se trata de un búlgaro que se suma a los tres búlgaros y un afgano detenidos el viernes por sus presuntos nexos con una banda de tráfico de personas.

En París, el ministro de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, criticó a Hungría por la construcción de la alambrada en la frontera con Serbia, que no pertenece a la UE, y por rehusar recibir la cuota de indocumentados. Desde Londres, la ministra del Interior, Theresa May, exigió medidas más estrictas en la UE para frenar el flujo de inmigrantes.