uego de años de lucha pacífica, un grupo de campesinos, profesores y estudiantes, surgido de un multitudinario movimiento campesino y popular, tomó el camino de las armas para enfrentar la injusticia, la persecución y la violencia asesina del gobierno y los latifundistas en contra de la población campesina que reclamaba la expropiación de latifundios y el reparto de la tierra. Eran los integrantes del Grupo Popular Guerrillero, organización que germinó en las montañas de la Sierra Madre Occidental en Chihuahua en 1964. Su impulsor y principal dirigente era un joven de origen duranguense nacido en 1940: el maestro rural Arturo Gámiz.
Pronto se cumplirán cinco décadas de la acción armada con la que generalmente se conoce o evoca al GPG, a Arturo y a sus compañeros por el trágico desenlace del ataque al cuartel militar de Ciudad Madera, en el que cayeron en combate los dirigentes de la naciente organización insurrecta, incluido Arturo y otros ocho de sus compañeros, el 23 de septiembre de 1965. Sin embargo, Madera no fue el inicio ni el final de una lucha que condensó aspiraciones de muchos otros que se habían unido y batallado durante largas jornadas al lado de sus compañeros de la guerrilla. La derrota del foco
guerrillero, como equivocadamente se le ha caracterizado, no significó la extinción definitiva de la lucha armada y la fuerza combativa y resistencia del movimiento que nutrió a los hombres del alba
, pervivió y obtuvo importantes victorias en la lucha agraria después de Madera.
Arturo se arraigó en Chihuahua en 1957, tras interrumpir sus estudios de prevocacional a consecuencia de la ocupación del IPN por el Ejército y la clausura de su internado. Durante su estancia en la capital del país, inició tempranamente su militancia política al integrarse a la Juventud Popular Socialista. En Chihuahua continuó su militancia en esa organización; para entonces, a través de un intenso y sistemático estudio, su formación marxista era consistente y avanzada y se encargó de la formación de los cuadros políticos de la organización. En ese tiempo se había revitalizado la lucha campesina en Chihuahua de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM), dirigida por miembros del PPS, lo que pronto lo vincularía a sus luchas y movilizaciones. Sin abandonar sus tareas políticas, trabajó de maestro rural en la sierra y posteriormente se matriculó en la normal y se graduó de profesor. Su activismo en el medio estudiantil fue la vía de contacto político con grupos estudiantiles, especialmente con jóvenes y profesores de las normales rurales y la FECSM, quienes a través de Arturo se convertirían en aliados y partícipes fundamentales en las acciones organizadas por la Federación de Obreros y Campesinos de Chihuahua (Focech), brazo regional de la UGOCM.
Inmerso en la lucha campesina, de nueva cuenta partió a la sierra, a la comunidad de Cebadilla de Dolores, municipio de Madera, donde trabajaría de maestro comunitario, población en la que existían compañeros ugocemistas con los que habría de luchar codo a codo hasta el postrer aliento de su vida. Con Arturo y sus compañeros la región serrana se convirtió en epicentro de las luchas campesinas, que adquirieron fuerza y masividad en muchos lugares de la entidad. Además, el esfuerzo organizativo de la UGOCM se extendió al estado de Durango, donde miles de campesinos también reclamaban la desaparición de latifundios y el reparto de la tierra para formar ejidos colectivos. Las formas de acción campesina fueron diversas y permanentes entre 1961 y 1965: desde el trámite agrario hasta la invasión pacífica de latifundios. Se enfrentaban a enemigos poderosos económica y políticamente: banqueros, empresarios, ex gobernadores y ex presidentes, dueños de grandes concesiones forestales y latifundios ganaderos: la nueva élite de latifundistas revolucionarios
. Por contraparte, nula respuesta a las demandas y gestiones agrarias, así como intensificación de la represión; asesinatos, vejaciones, encarcelamientos, torturas, desalojos y quema de poblados de campesinos, lo que hizo cada vez más inviable la lucha legal y pacífica.
Con el recrudecimiento de la persecución, miembros de la Focech, con Arturo al frente, determinaron en 1964 formar el GPG e iniciar acciones armadas en la sierra en contra de latifundistas y sicarios. A iniciativa de Gámiz, el GPG, dirigentes de la Focech y la Foced de Durango realizaron el segundo Encuentro de la Sierra Heraclio Bernal, en el latifundio invadido de Torreón de Cañas, Durango, en febrero de 1965. El encuentro discutió y aprobó cinco resoluciones políticas elaboradas por Arturo sobre problemáticas internacionales y del país, pero la más trascendente fue, sin duda, en la que fundamentó la estrategia de lucha revolucionaria de los guerrilleros populares
y reiteró la continuidad del hermanamiento con el movimiento del que habían surgido, resolución denominada El único camino. El encuentro campesino, estudiantil y popular de decenas de organizaciones y miles de participantes refuta la idea generada tras los sucesos de Madera, que ha aseverado que la primera insurrección guerrillera contemporánea socialista surgió aislada de la lucha social y clasista. Concepción totalmente ajena al proyecto revolucionario de Arturo Gámiz.