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Académicos estadunidenses desenmascaran las Expediciones Bowman
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o podía ser más oportuna la publicación del excelente libro Weaponizing maps: indigenous peoples and counterinsurgency in the Americas (Mapas militarizados: pueblos indígenas y contrainsurgencia en las Américas), escrito por Joe Bryan y Denis Wood (The Guilford Press, Nueva York, 2015).

Esta obra es especialmente importante para comprobar el contenido contrainsurgente de las Expediciones Bowman que llevan a cabo geógrafos de la Universidad de Kansas al servicio de la Oficina de Estudios Militares Extranjeros del Departamento de Defensa del gobierno de Estados Unidos, con fondos canalizados a través de un programa de investigación del Pentágono llamado Minerva Initiative, el cual financia estudios en ciencias sociales en áreas estratégicas para la política de seguridad nacional del gobierno de ese país.

Bryan y Wood analizan los usos militares y corporativos de la elaboración de mapas en territorios indígenas, con base en una revisión exhaustiva de fuentes documentales y bibliográficas, y a partir de trabajo de campo durante el cual entrevistaron en Oaxaca a intelectuales indígenas y a participantes en el Proyecto México Indígena que denunciaron en 2009 a los geógrafos encabezados por Peter Herlihy, quien según noticias periodísticas y correos provenientes de Honduras y Costa Rica, continúa con sus trabajos entre los pueblos indígenas en el primer país, mientras en el segundo ha intentando convencer a audiencias universitarias, sin mucho éxito, sobre su meritoria labor indigenista y su vocación de académico al servicio de la paz. Los autores señalan al respecto: “Al afirmar que él está simplemente mapeando los territorios, Herlihy se hace de una coartada poderosa para encubrir el papel activo que juega en su transformación en… inteligencia para el ejército de Estados Unidos. También permite a Herlihy seguirse presentando como el ‘chico bueno’, el elaborador de mapas benevolente, cuyo trabajo es impulsado por el interés académico de documentar el mundo, en lugar de por el interés estratégico de sus benefactores del ejército”.

El libro hace un recorrido que se inicia en las comunidades zapotecas de la Sierra de Juárez, Oaxaca, donde el equipo de Herlihy, en 2006 elabora mapas de Yagila y San Miguel Tiltepec, Ixtlán de Juárez, y recolecta información clave de estos pueblos oaxaqueños.

Bryan y Wood confirman que Herlihy ocultó convenientemente a las autoridades comunitarias sus conexiones con los militares estadunidenses, y no dijo que él entregaba toda la información recabada al ejército de Estados Unidos a través de la compañía Radiance Technologies, administradora del proyecto por encargo del Departamento de Defensa. Cuando esto se hace de dominio público en 2009, las autoridades de San Miguel Tiltepec difunden una declaración en la que manifiestan su completo desacuerdo con la investigación realizada y alertan a “todos los pueblos y comunidades indígenas de México y el resto del mundo a que no se dejen sorprender por los investigadores de las Expediciones Bowman, o por otros investigadores interesados solamente en beneficiar a los grupos que ellos representan…”

Bryan y Wood señalan que la Oficina de Estudios Militares Extranjeros apoya las Expediciones Bowman con base en dos objetivos: “Por un lado, se pone a prueba la posibilidad de utilizar científicos sociales para obtener información de inteligencia abierta, que el Ejército no puede recolectar de otra forma; mientras que, por otra parte, trata de construir un catastro mundial que permita monitorear la transferencia de la propiedad, especialmente en áreas indígenas, centros del ‘crimen organizado’, y los grandes cinturones de miseria urbanos, donde la Oficina de Estudios Militares Extranjeros considera que se originarán las amenazas militares en el futuro”.

En la obra se estudian las trayectorias de la American Geographical Society; las tempranas actividades de geógrafos en el río Coco, Nicaragua, durante la invasión estadunidense en guerra contra el general Sandino y el desarrollo de un Manual de guerras pequeñas (Small wars manual), antecedente de los actuales manuales de contrainsurgencia; la producción de mapas en Canadá y su papel en la expropiación territorial de los pueblos indígenas; la intervención de geógrafos estadunidenses en Nicaragua durante la guerra contrarrevolucionaria de los años 80, tema de particular interés para quienes estuvimos en ese país en tareas internacionalistas relacionadas con la autonomía. Aquí, por cierto, los autores no registran a profundidad los cambios políticos que el gobierno revolucionario sandinista pone en práctica a partir de 1984 y 1985, en que tienen lugar conversaciones de paz con la dirigencia de Misurasata (en las ciudades de México y Bogotá), y se establece la Comisión Nacional de Autonomía, que lleva al reconocimiento constitucional y el establecimiento de dos regiones autónomas en la Costa Caribe de Nicaragua (1987).

Bryan y Wood desarrollan con extraordinaria precisión, argumentación y fundamentación el surgimiento de los académicos de la guerra ( warrior scholars, como Peter Herlihy, Geoffrey Demarest, Jerome Dobson), en un contexto contrainsurgente en que el reconocimiento de los derechos de propiedad facilitados por los mapas coinciden con las perspectivas castrenses de seguridad, que priorizan la propiedad privada y el valor de la tierra-mercancía como esenciales para una estrategia de contrainsurgencia exitosa y para el mantenimiento, sin problemas, del libre mercado, esto es, del capitalismo en su actual etapa neoliberal.

Ojalá que libros como estos pudieran ser traducidos para dar a conocer el pensamiento de esa otra valiosa intelectualidad estadunidense que, a contracorriente, lleva a cabo investigaciones realmente en favor de la paz y de los pueblos indígenas en resistencia.