Leonardo Lomelí Vanegas, director de la Facultad de Economía, el aspirante más joven
De ser rector redoblará esfuerzos para que la formación sea de excelencia en todos los niveles
Miércoles 30 de septiembre de 2015, p. 37
El director de la Facultad de Economía (FE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Leonardo Lomelí Vanegas, lo tiene claro: la educación pública, particularmente en el nivel superior, debe seguir siendo un mecanismo de movilidad social para miles de jóvenes. Por ello, es fundamental que el Estado no renuncie a su obligación con las universidades públicas.
No oculta su deseo de ser considerado por la Junta de Gobierno (JG) en el proceso de renovación de la rectoría para el periodo 2015-2019 y asegura que de ser designado redoblará esfuerzos para que la formación en todos los niveles sea de excelencia.
Lomelí, de 45 años de edad, quiere ser uno de los universitarios más jóvenes en llegar a ese cargo, sólo después de Jorge Carpizo, quien fue rector a los 40. También evocando la figura del ex procurador general de la República, el director de la FE enfatiza la necesidad de que las humanidades tengan una vez más representación en el puesto más alto de la UNAM.
Universitario desde los 15 años, cuando ingresó a la Prepa 9, es licenciado en economía e historia por la UNAM y realizó estudios de maestría y doctorado en esta casa de estudios. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y ha sido consultor para organismos como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Banco Mundial y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
–¿Por qué quiere ser rector?
–Para cualquier universitario es muy honroso tener la oportunidad de dirigir la universidad en la que se formó. También me mueve a participar el hecho que desde hace mucho tiempo las ciencias sociales y las humanidades no están representadas en la rectoría.
–¿Cuáles son las líneas de su proyecto?
–Pone énfasis en la función que más nos define: la docencia. De las tres funciones sustantivas, ésta es la de más trascendencia. Hay que reforzar el bachillerato y en su transformación deben participar activamente las comunidades.
–¿Qué papel debe jugar la UNAM para resolver el problema de los rechazados?
–El país debe hacer un esfuerzo para ampliar la educación media superior y superior. La UNAM no puede atender toda la demanda, ha hecho un esfuerzo importante en los últimos años y lo debe seguir haciendo, pero debe ser un objetivo del país. Tenemos que aspirar a ser una nación con mayor cobertura, la competitividad ya no se basa en mano de obra barata, sino en el valor agregado que genera el conocimiento. Hay que generar opciones para los jóvenes o de lo contrario, a mediados de siglo, seremos un país de viejos y de viejos pobres”.
–¿Qué problemas detecta en la Universidad?
–Siempre tendremos problemas que es importante atender. Lo hemos visto recientemente, los planteles del bachillerato y las Facultades de Estudios Superiores están más expuestos a grupos porriles, hay que enfrentarlos.
“Debemos atender las situaciones de inseguridad. La forma en que se ha trabajado ha sido la correcta: involucrando cada vez más a las comunidades para la prevención.
–¿Cuáles son los desafíos de la UNAM para los próximos años?
–Hay que mantener el incremento de los recursos o que por lo menos no se reduzcan. El subsidio federal debe seguir siendo la principal fuente de financiamiento; planear las prioridades en docencia: dónde crecer y las modalidades; identificar las prioridades de investigación, qué áreas fortalecer y cuáles desarrollar; y tener mayor penetración en la difusión cultural.
–¿Ser el aspirante más joven es ventaja o desventaja?
–Es curioso. Cuando me designaron director de la FE también era el aspirante de menor edad y cuando me lo dijeron respondí que sólo era reflejo del envejecimiento de la planta académica, pues hubo directores de la facultad que habían sido más jóvenes que yo, como Emilio Mújica, quien llegó al cargo en la década de los 50 a los 33 o 34 años de edad.
“Hoy soy el más joven de los aspirantes, pero hemos tenido rectores más jóvenes que yo: pensaría en el rector Carpizo. Creo que en principio eso representa la posibilidad de emprender un relevo generacional, pero también estoy consciente que la edad no debe ser el principal ni el único factor a tomarse en cuenta.
La JG deberá valorar la experiencia, el proyecto y otras cualidades, concluye.