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El director de Llovizna será distinguido con la medalla Salvador Toscano el próximo lunes

Para hacer cine hay que saber de todas las artes: Sergio Olhovich

Otorgan el reconocimiento la fundación en honor del cineasta jalisciense, la AMACC y la Cineteca Nacional

Se encuentra en la preproducción de Cuando el petróleo fue nuestro

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Sergio Olhovich ha filmado unos 14 largometrajes, entre ellos El infierno de todos tan temido y En un claroscuro de la lunaFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Sábado 3 de octubre de 2015, p. 7

El director de cine Sergio Olhovich recuerda a La Jornada una de sus anécdotas preferidas: una charla entre él y un tal don Luis, un amigo que le llevaba unos 30 años.

–Maestro Olhovich, ¿qué está usted haciendo? –le preguntó don Luis por teléfono.

–Aquí, don Luis, en mi casa.

–¿Tiene usted un tiempo libre? Véngase a la mía, lo invito.

En su casa, en cerrada de Félix Cuevas 27, colonia Del Valle, don Luis le serviría un buñueloni, bebida alcohólica hecha, a decir de Olhovich, con martini y otras esencias. Era lo único que había en el enorme refrigerador de ese señor, cuya esposa ofrecía unas tapas para acompañar los tragos.

Vamos a platicar, pero nada de cine, le decía don Luis a Sergio. Sin embargo terminaron hablando de ello.

“Sabía que había estado en Rusia y creo que le caí bien; tenía curiosidad de por qué en la ex Unión Soviética no exhibían sus películas. A don Luis le gustaba invitarme a echarnos unos tragos porque en Rusia yo había aprendido a beber fuerte, como él bebía, con sus conocidos buñuelonis”, comenta Sergio Olhovich, quien asegura que Buñuel fue casi como un padrino de su primera película: Muñeca reina (1971), pero más que eso, alguien que le advirtió algo importante: “Ha escogido el difícil camino de querer hacer lo que usted quiere y no lo que le piden. Es duro en este país, se lo digo por experiencia propia…”

Sergio Olhovich se aferró a ese sendero difícil y ahora recoge cosecha: el lunes próximo recibirá la medalla Salvador Toscano, que le otorga la fundación de ese nombre, junto con la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) y la Cineteca Nacional.

Este reconocimiento es el símbolo que se da a figuras que han sido generosas con la cultura cinematográfica de su país.

Olhovich ha filmado unos 14 largometrajes; también cortometrajes y documentales. Llovizna, El infierno de todos tan temido y En un claroscuro de la luna son algunos de sus títulos.

También ha formado sociedades anónimas, cooperativas, asociaciones civiles. Ha participado en acciones para hacer nuevas leyes. Y en su escuela de cine ha dado a luz a unas 12 generaciones de directores y actores que ahora trabajan con éxito.

Está en preproducción de una película ambientada en 1938, una historia contextualizada en la expropiación petrolera. Cuando el petróleo fue nuestro, dice que se llamará.

El cine, su vida

Para Olhovich, el cine es su vida.

“He tenido la suerte de hacer lo que he querido. Incluso películas que me han ofrecido, esas que se llaman ‘por encargo’ las hice mías… El cine es la expresión más completa de transmitir masivamente una obra. Para hacerlo hay que saber de todas las bellas artes. Tienes que ser pintor, músico escritor, actor, teatrista, escultor. Abarca todo, por eso llamó mi atención desde temprana edad. Desde niño quise hacer cine.”

Desde que su papá lo llevó a una sala por primera vez, a la proyección de la cinta de dibujos animados Bambi, le surgió placer por esta expresión. Por la magia de “sentarte en una butaca, que luces bajen de intensidad, que las cortinas se abran lentamente… y buum: entrar a un nuevo mundo”.

En la secundaria se iba de pinta al cine. Dice que llegó a asistir a siete funciones en un día. Iba al cine Río, al Avenida, al París, al Del Prado, donde “pasaban cintas de corte sexual, que en realidad eran de arte, muy buenas. Tanto me fascinaba ir al cine que pasé la prepa de panzazo”.

Lo de él era la cultura. Su papá era un ingeniero petrolero de origen ruso. Un hombre que dominaba siete idiomas y gustaba de tocar piano.

Siendo adolescente, Sergio Olhovich se lanzó a la aventura de irse a estudiar a Moscú, al Instituto Estatal de Cine de Moscú Serguei Gerasimov, que se presume como la escuela de cine más antigua del mundo.

Regresó a realizar sus primeros largometrajes a México en los años 70, en pleno surgimiento del cine mexicano de autor.

En esa década “empezamos a hacer un cine diferente… Fue uno de los momentos más brillantes de nuestro cine. Se hicieron obras interesantes que perduran hasta hoy. Muchos de aquella época seguimos filmando”.

Olhovich alcanzó el tiempo del cine en la era digital. Argumenta: Las nuevas tecnologías de video digital facilitan mucho poder hablar con la imagen, pero todas las tecnologías anteriores, hasta la cámara de Lumière, seguirán siendo en el cine el equivalente a la computadora para un escritor o el pincel para un pintor: son instrumentos de trabajo.

Abunda: La tecnología no es otra cosa que mayor posibilidad de expresión cinematográfica, pero para usarla bien hay que aprender, hay que estudiar. En el cine hay más de 20 especialidades; hasta ser asistente es una especialidad.

Olhovich insiste en que si un director no tiene conocimiento, pese a que tenga toda la tecnología a sus pies o haya estudiado cómo escribir un guión, lo que importa es que tenga una historia que valga la pena y que se cuente de tal forma que la gente se emocione, llore, ría, que salga de la sala llena de sensaciones que nunca van a olvidar.

Esa preparación, insiste, hará que un director que esté en un set o una locación pueda rodar sin video assist, sistema para ver en tiempo real lo que se está filmando.

Tengo todo en la cabeza y lo siento en el pecho. Sé lo que se necesita en la foto, en el arte, en el sonido. Sé que cada actor o actriz es diferente. Cada uno es un individuo, un creador y hay que tratarlos como se merecen.

No olvida su esencia de timonel.

Estoy de acuerdo en que el cine es un trabajo colectivo. Pero en el cine el fin de una historia la conoce sólo una persona: el director, que necesita a todo ese equipo de personas para lograr lo que quiere. No es un trabajo de equipo igualitario: hay un creador y un equipo de creativos que ayudan a su fin.

En marcha, el próximo filme

En tiempos de reformas energéticas, Olhovich está en plena navegación con su proyecto que aborda la expropiación petrolera. Le viene más que orgánico.

El argumento de este guión lo hizo junto con el escritor Carlos Montemayor, quien realizó gran investigación sobre el tema.

Hay que hacer esta cinta. Es necesaria para que la gente de hoy día sepa por qué se expropió el petróleo. Ahora, México va contracorriente del resto de los países que tienen el energético y que lo están estatizando. En Rusia, Noruega, Venezuela, Ecuador, Arabia Saudita y Brasil lo explotan empresas estatales. Han entendido que deben tener el control de los energéticos para beneficio de su país. México va al contrario.

En el filme que pretende comenzar el año próximo se recordará la epopeya de cuando la gente de todo el país, sin importar la clase social, se unió para juntar dinero e indemnizar a las empresas petroleras extranjeras dueñas de los yacimientos. La gente apoyó como una sola persona a su gobierno. Los niños nos saben de eso, pero en las filas para juntar bienes se veía a una señora rica dando su abrigo de mink y atrás, a unos campesinos ofreciendo sus pollitos.

Olhovich adelanta que entre su elenco estaría Daniel Giménez Cacho, Ofelia Medina y Damián Alcázar, entre otros.

La cita para su reconocimiento es el lunes próximo a las 19:30 en la sala 4 de la Cineteca Nacional, donde se proyectará su película Llovizna.