Lunes 12 de octubre de 2015, p. 5
Durante una reunión de trabajo de comisiones unidas Contra la Trata de Personas, la de Derechos Humanos y la de Asuntos Migratorios del Senado, Denia Elizabeth Santos, ciudadana hondureña con 13 años de vivir en el país, denunció que estuvo detenida cuatro años acusada del delito de trata de personas en Chiapas, hasta que su caso fue conocido por organizaciones civiles, que pidieron la revisión de su proceso, con lo que salió absuelta
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Ante senadoras de esas comisiones legislativas, Denia Elizabeth Santos relató su vía crucis: “me encontraba en el restaurante bar La Parranda, en Paso Hondo, en la frontera de Chiapas. Estaba sentada, esperando que les pagaran a las muchachas para que me dieran el abono de los productos Fuller que les vendía, cuando llegó el operativo.
“Yo estaba en la barra. Tenía ocho meses de embarazo. Con cámaras y todo llegó el operativo. Que agarran a las muchachas, las pusieron en un lado. Luego, empezaron a revisar a los clientes, les sacaron todo. Luego vinieron a la barra y me preguntan: ‘¿El dueño?’, Ahí está; les dije.
Tú, me dicen, acompáñame. Vas a una investigación. Hubo una llamada anónima, dijeron que aquí se prostituye a menores.
La mujer hondureña narró a las senadoras: me tuvieron media hora en un carro. Registraron todo, a los clientes, la caja, todo. Cuando empezaron a subir a las muchachas a otra camioneta llegó la hermana menor de una de ellas a pedirle dinero, porque su hija estaba enferma. Y ahí la agarraron. Le dijeron: tú eres menor de edad. Sí, dijo ella, pero yo no trabajo aquí, vine a ver a mi hermana. No le hicieron caso y la detuvieron
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Abundó: “cuando llegamos a donde nos llevaron los policías, nos encerraron en cuartos separados. Pedí agua, me dijeron: ‘no perra, para ti no hay agua’. ‘¿Por qué? ¿Qué hice?’”, pregunté. Me dijeron: ‘ahorita te vamos a decir’”.
Pasaron dos días, señaló Santos, “yo estaba encerrada, sin bañarme. Dijeron que estaban haciendo la declaración, a la menor la enviaron a un albergue. Dijeron que a las muchachas las enviaron a migración. Después me dijeron que yo también iba a migración. Cuando llegamos, veo el letrero, decía penal. ‘Oigan aquí no es migración’, les digo. ‘Aquí es el penal, pero adentro está migración’. Cuando entré me quitaron todo, celular, dinero, todo lo que llevaba. Pregunté por mis amigas, las muchachas, y la policía me dijo, aquí es el penal. Me desmayé”.
Continuó con su relato, entre lagrimas y con voz entrecortada. “Al día siguiente yo estaba aún en camilla, cuando me dijeron ‘estás detenida por el delito de trata’”.
Dijeron que la menor declaró que yo la prostituía. Pasaron los meses y no encontraban a la menor para que declarara. Cuando venían de derechos humanos y de la Iglesia o de cualquier institución, yo contaba mi caso para que me ayudaran.
Luego de dos años, contó Santos: “vino la menor con su hermana y declaró que la obligaron a firmar lo que escribieron los policías. La amenazaron con quitarle a su hija, y con deportarla. Su hermana también declaró que la menor no era mesera y que no trabajó nunca en el bar. Pero yo continué presa. Cuando tenía tres años y medio de reclusión me condenaron a 13 años y medio y a pagar 200 mil pesos.
“Mi hija nació en prisión y la tuve conmigo tres años y medio. Yo ya no aguantaba estar ahí, nos organizamos varias mujeres, hicimos una huelga de hambre, con lo cual logramos que por fin revisaran nuestros expedientes. Salí libre. Absuelta. Me dijeron: ‘firma aquí, pon que salen totalmente sana, sin ningún problema, sin ninguna enfermedad y que tienes tu carta de libertad’”.
Santos acusó ante senadoras: se trató de una redada. Agarraron a personas injustamente, a mí me acusaron y me encerraron cuatro años. Pero aún quedan en la cárcel otras mujeres que conocí ahí, acusadas de trata, pero los verdaderos tratantes, ésos, andan libres. Junto con otras mujeres vamos a luchar para que obtengan su libertad
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