Mariana La Barbie Juárez tiene una sensación ambigua. No niega la lealtad hacia el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), donde ha hecho toda su carrera como campeona, pero también siente impotencia –asegura– por haber sido expuesta ante el público en el segundo combate que sostuvo con la argentina Vanesa Taborda, el 10 de octubre pasado.

Tres meses antes tuvieron una pelea con polémico desenlace. Mariana fue declarada vencedora, pero el CMB más tarde decretó sin decisión aquella contienda y ordenó un nuevo enfrentamiento para disipar dudas.

El segundo enfrentamiento no pudo terminar sin cuestionamientos: empate por el cinturón internacional supermosca del CMB, aunque anunciaron en la función que Juárez retenía un cinturón que no le pertenecía e incluso se lo regaló a Taborda como reconocimiento.

La Barbie está inconforme con el empate que decretaron. Desde su lectura los golpes más significativos los propinó ella. Que explique el CMB entonces qué es lo que se califica y también no entiendo qué es lo que vieron los jueces, reclama.

Lo que más duele a la pionera del boxeo profesional femenil en México es que se sintió expuesta ante una afición que –considera– se puso del lado de quien le pareció la más débil.

La gente se puso del lado de la argentina y me expusieron, demeritaron lo que yo hice en el cuadrilátero, dice. Me echaron al público en contra al desconocer el primer resultado, y luego con lo del segundo combate, pues salgo perjudicada en mi imagen como boxeadora.

El resentimiento no es contra Taborda, pues la considera una compañera de oficio que trata de ganar un lugar en el boxeo. Por eso le regaló el cinto como reconocimiento por su entrega, aun cuando no le perteneciera.

Indica que los responsables fueron los que tomaron la decisión en el CMB, organismo al que no deja de reconocer que representa con orgullo, pero hoy no sabe en qué estado se encuentra su relación.

El CMB me expuso, dice sin titubeos. Ellos fueron los que quisieron corregir el resultado de la anterior pelea, pero no midieron las consecuencias y fui perjudicada ante la afición, acusa.

Explica que el problema fue cambiar la decisión del combate en julio de 2015, porque piensa que debió mantenerse y sólo ordenar una revancha.

Me queda un sabor amargo, porque yo los he representado siempre con orgullo, sostiene.

Juárez termina ahí la historia. No quiere volver a enfrentar a Taborda, cuyo estilo nunca se acomodó al boxeo que le gusta a La Barbie. Prefiere pensar en las siguientes rivales, que considere retos difíciles y, sobre todo –afirma–, que le permitan demostrar que aún tiene razón de existir en los cuadriláteros.