os campamentos de trabajadores se han instalado desde principios de mes afuera de sendas maquiladoras en Ciudad Juárez. El alza sostenida en el empleo y la baja significativa en los delitos de alto impacto en esta frontera invisibilizan una realidad tensionada que puede explotar en cualquier momento: las malas condiciones de trabajo en las plantas maquiladoras y la inconformidad creciente de las y los operadores.
Un campamento está afuera de la planta Lexmark International. Son muchos los agravios que llevaron ahí a los trabajadores: no hacen válidos los procedimientos de certificación a los que los sometieron por años, para llegar al salario de 120 pesos diarios. Continuo hostigamiento y malos tratos por jefes de línea y supervisores; falta de medidas de seguridad y equipamiento para protegerse de los químicos que se liberan en esta fábrica de cartuchos de tóner; mala calidad de los alimentos y tiempo insuficiente para comprarlos fuera de la planta; vigilancia permanente y amenazas a los trabajadores que no se han integrado al movimiento sindical, etcétera.
El 2 de noviembre, 72 trabajadores realizaron la asamblea para la constitución jurídica del Sindicato Independiente de Trabajadores de Lexmark Internacional SA de CV y presentaron la solicitud correspondiente ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje en Ciudad Juárez. El presidente de dicha junta se negó a dar número de expediente a la solicitud y declaró que sólo tendrán respuesta cuando venza el plazo de 60 días. Los trabajadores respondieron instalando su campamento para presionar a la empresa y concientizar al resto de sus compañeros.
Otro plantón se instaló afuera de la empresa Eaton Bussman el 5 de noviembre por 23 trabajadores que reclaman haber sido despojados de sus vacaciones para el año 2015 y los intereses del fondo de ahorro anual. Al informárseles que ya no contaban con vacaciones, presionaron al departamento de recursos humanos hasta que los enteró de que las veces en que ellos se ausentaban injustificadamente o faltaban a laborar, por una u otra causa, a solicitud de su respectivo supervisor, se les pagaba la semana completa pero ese día era considerado de vacaciones, y lo mismo pasaba con los permisos sin goce de sueldo. Los inconformes acudieron ante el mismo presidente de la Junta Local de Conciliación, quien sostuvo que sustituir las ausencias por días de vacaciones era legal y quedó de platicar con sus directivos para que frenaran el hostigamiento laboral en contra de los trabajadores en el plantón. Hasta la fecha no ha habido respuesta. Los trabajadores también denuncian los malos manejos del fondo de ahorro que controla la empresa, porque señalan que por 9 mil pesos que ahorraron en el año, sólo les dieron 80 pesos. Los directivos se niegan a transparentar todo lo referente al manejo de dicho fondo. Al irse 23 operadores a la protesta se les negó darles tiempo extra para mejorar su precario ingreso y se amenazó con privar del mismo a todos quienes apoyen el movimiento.
Situaciones como esta abundan en los parques industriales juarenses: en una maquiladora, a pesar de los calores de más de 40 grados centígrados a la sombra en el desierto juarense, los ejecutivos mexicanos (los capataces aztecas
) apagaban los aires acondicionados, de una a cuatro de la tarde, para ahorrar en sus recibos de energía eléctrica. En una planta que fabrica transformadores de electricidad (Eaton Industries) hay un departamento donde se baña a estos productos con una solución química altamente tóxica, para que resistan las altas temperaturas. No hay protección alguna para los trabajadores que operan ahí cerca.
Lo que pasma es la enorme tolerancia con estas violaciones a las normas laborales y ambientales por parte de las autoridades de Chihuahua y de Ciudad Juárez. Tanto ellas como las centrales sindicales CTM y CROC se coluden con las empresas para sofocar cualquier demanda del personal. Así, mientras éstos trabajan mucho, se desgastan más y perciben menos en términos reales, las trasnacionales, el gobierno del estado y los sindicatos blancos o charros se felicitan mutuamente por el buen clima laboral que ha relanzado el empleo en Juárez
. Lo que no reconocen es que el recuperado dinamismo en el empleo en Juárez está jalado por los peores salarios de la frontera norte y los bajos estándares de las condiciones laborales y ambientales, el dumping de las mismas.
Esto provoca un creciente número de manifestaciones de protesta de las y los trabajadores de las maquiladoras. No se trata de huelgas o grandes marchas por las calles. Eso lo impiden los mecanismos de control que se ejercen sobre los obreros: horarios agotadores que no dejan tiempo libre para participar en acciones colectivas o represión por parte de empresas y sindicatos oficialistas. Organizan paros al interior de las plantas, campamentos al exterior de ellas, volanteos, intentos de formar sindicatos independientes.
Por desgracia, parte de los esfuerzos de organización y protesta terminan en el despido y la indemnización. Y los trabajadores viven tan al día con su mísero salario de 85 pesos diarios, a los que bien les va, que la mayoría de ellos acepta con gusto la indemnización para darle un avance a su precaria vivienda o regresarse al rancho a sembrar en lugar de continuar en la lucha. Los patrones, tan tranquilos, pues siempre habrá mano de obra disponible con los cientos de personas que a diario llegan a Juárez procedentes de Veracruz, Chiapas y Oaxaca.
Sin embargo, cada vez hay más brotes de inconformidad en más plantas. Cualquier demanda de los trabajadores, por mínima que sea, implica una gran tensión; cualquier abogado que los defienda honestamente se tiene que convertir en un activista social, señala la licenciada Susana Terrazas, apoderada de los obreros de Lexmark y Eaton Bussman. La complicidad de empresas, gobierno y sindicatos charros está atizando fuerte el caldero laboral de Juárez.