Los artistas Marisa Lara y Arturo Guerrero, integrantes de Siameses Company, montarán cuatro esculturas en la Plaza Tlaxcoaque, en el Centro Histórico de la ciudad de México, para formar parte del espacio público con el proyecto La Siempre viva vive.

La primera de ellas se instalará este lunes en la tarde. Las cuatro obras que están realizadas en placa de acero pintada a mano y pesan una tonelada cada una constituyen un paseo artístico en sí mismo, un jardín escultórico para recorrerse y vivirse como una experiencia artística integral.

Estas colosales piezas han sido realizadas para que las personas que las admiren obtengan el estímulo de aventurarse a través de un desplazamiento por sus sentidos, de envolverse con la energía del color, de dejarse llevar por la pulsión del juego, de ser lúdicos y tener el deseo de vivir el arte en la ciudad de las maravillas de su imaginación.

Los protagonistas son criaturas dobles, conejos, perros, gatos, seres fantásticos, mutantes, luces, sombras, rayos, estrellas, lunas, constelaciones, geometrías, planos cromáticos y huecos que traspasan los diferentes lados de las esculturas. Incluso, a través de su colorida superficie, se proyectan rayos de luz natural sobre el piso y ángulos por los cuales es posible asomarse como por un caleidoscopio.

Los Siameses apuntan: si bien nuestra fisonomía no es la común, tenemos la ventaja de que dos cerebros piensan más que uno y que pagamos pasaje dos por uno. Además hemos podido hacer a cuatro manos estas esculturas, lo que significa que hemos trabajado en ellas simultáneamente, los dos, a la par.

Los Siameses consideran que los animales son los espíritus del planeta, pues la palabra animal viene de ánima y ésta significa alma, espíritu. Por esta razón, sus cuatro nuevas esculturas han construido la apología de un mundo de seres mutantes que emergen en forma de criaturas híbridas, resultado de combinaciones entre seres humanos y animales.

“Debemos lo que somos a aquellos ancestros nuestros que en algún lugar de la cadena evolutiva anduvieron en cuatro patas o antes aún, en cuerpos extraños lejanos a nuestra actual anatomía. Una parte de sus genes milenarios nos habitan y conforman el animal humano que somos, y por eso tendríamos la obligación moral y hasta biológica de encabezar la sabiduría y la inteligencia que hemos alcanzado como civilización, para hacer de nuestro planeta Tierra un lugar de diversidad en todos los sentidos, un lugar de reunión y respeto por toda la naturaleza y por todas las almas vivas que lo pueblan.

“Nuestro propósito –prosiguen los artistas– es demostrar los aspectos en común que unen a los animales con los seres humanos mediante un juego de realidad–ficción, de fábulas plásticas y de provocación visual a partir de figuras mezcla de ambos, hilvanar el reino de los animales con las sociedades, mediante un nexo lúdico, crítico y ácido de coincidencias sorprendentes, motivantes y desconcertantes”.