El terrorismo está en casa
a masacre en San Bernardino, ciudad ubicada a unos kilómetros de Los Angeles, California, dejó una estela de dudas y temores sobre la vulnerabilidad a la que está expuesta la sociedad estadunidense.
Empleados públicos se reunieron para celebrar las fiestas navideñas. No era un grupo que atrajera la atención por alguna característica religiosa o política. Uno de los comensales salió y regresó acompañado por su esposa blandiendo armas automáticas, ambos empezaron a disparar indiscriminadamente. El saldo: 14 muertos y 23 heridos. Las autoridades desconocen la causa del asesinato masivo, pero, al margen de que la mujer profesó votos de lealtad al Isis, no hay indicios de que el matrimonio perteneciera a organización terrorista alguna, según el director adjunto de la FBI. Al parecer, sufrieron una transfiguración paulatina que en cierto momento los llevó a imitar la masacre en París. Llama la atención la facilidad con que acumularon el arsenal en su domicilio.
En Estados Unidos hay miedo e inseguridad por los asesinatos que se cometen a diario. Después de lo sucedido en París hay temor por la infiltración del terrorismo. Pero es evidente que las masacres no las han cometido asesinos o terroristas foráneos. Las estadísticas son escalofriantes: en lo que va del año se han cometido 353 masacres en las que cuatro o más personas han sido asesinadas o heridas gravemente. Los motivos son diversos: religiosos, políticos, frustración, impotencia, venganza y, por supuesto, locura. Pero hay un problema tal vez más trascendente: la facilidad que los perpetradores de estos asesinatos han tenido para adquirir el armamento más sofisticado y letal. Un grupo de legisladores se sumó al enésimo llamado del presidente Obama para que el Congreso legisle para restringir la venta de armas. Ya no es noticia la oposición de quienes en el recinto representan a la industria de armamentos, y para quienes se escudan en la segunda enmienda constitucional para acumular arsenales. Dicha norma fue escrita hace más de 200 años, en el marco de la independencia. Especifica que no se debe restringir el derecho a poseer armas a quienes forman parte de una milicia bien regulada y ordenada para defender la seguridad del estado. Es evidente que dicho precepto está muy lejos de cumplirse por los particulares que adquieren y poseen armamento.
La realidad es que los estadunidenses voltean con desconfianza y temor para ver quién camina a su lado, quién entra al restaurante, quién aborda el tren y el autobús, o quién es su vecino. Es el estado de ánimo que describen los diarios.