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Ver día anteriorLunes 7 de diciembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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De mineras, cocodrilos y racionamiento de agua
L

as mineras siguen imponiendo su ley, lo mismo en México que en Perú, Chile o Argentina. Para los gobiernos de estos países, primero son las inversiones trasnacionales unidas a sus socios locales y después la salud pública y el ambiente. Ello explica el visto bueno que el gobierno federal otorgó al empresario José Cerrillo Chowell, para que construya un tiradero de desechos tóxicos en una región donde existen, por lo menos, 44 especies de plantas y animales protegidos por las normas oficiales. Se trata de un bosque del semidesierto localizado entre los estados de Zacatecas y San Luis Potosí.

Según instituciones de investigación, pobladores y organizaciones sociales, en dicha región se encuentran, entre otras, especies únicas de cactáceas, palmáceas y liliáceas, que no deben estar expuestas a los efectos nocivos que causan las sustancias tóxicas que dejan las mineras. En tan frágil ecosistema (parte de la ruta sagrada de Wirikuta) se tirarían residuos de cadmio, arsénico, cromo y cianuro.

Antes de viajar a París a la Cumbre del Clima, seguramente el titular de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) detuvo esta nueva acción depredadora. Y, de paso, atendió la petición de quienes trabajan en pro de la conservación de los ríos y la franja litoral de Oaxaca. En especial de los humedales de la región de Puerto Escondido, fuentes de riqueza y empleo. Por la labor que desarrollan han recibido diversos reconocimientos. Ahora piden apoyo institucional para resolver los problemas que ocasiona el cocodrilo de río.

Aseguran que por su número son un peligro para los pobladores. Aunque no han matado a nadie, ya causaron lesiones físicas a varios lugareños que ­viven de la pesca. Las especies de cocodrilos han desaparecido de muchas partes de México por la acción depredadora del hombre y por destruir su hábitat. Eso los obliga a desplazarse en busca de alimento y es cuando su presencia crea problemas. En 2013 las personas afectadas fueron cerca de 15. Este año son menos. En algunas entidades, como Tabasco, existen criaderos controlados para aprovechar su piel y carne. En otros países, como Cuba, su reproducción y crianza en cautiverio es próspero negocio. El periodista Jorge Castañeda nos recuerda que en las lagunas de Chacahua, en el norte de Oaxaca, existe desde hace años un cocodrilario para proteger y aprovechar la especie. Podría ser el sitio ideal para trasladar a los ejemplares que hoy causan daño.

Y si los cocodrilos son una amenaza en la región de Puerto Escondido, otro problema mayúsculo se presenta cerca de allí: en Huatulco. Como bien documenta Jorge Castañeda, desde hace décadas se realiza una explotación desmedida de arena y piedra del río Copalita, lo que ocasiona un grave deterioro ambiental, económico y social. La pesca ha disminuido notablemente y se secan los pozos de agua de la que dependen las familias. Pero además, afecta a los pozos que surten de líquido a Huatulco, principal destino turístico en la costa oaxaqueña. La explotación irracional se realiza con la complicidad de las instancias oficiales. Hasta el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) –responsable del polo vacacional que se concibió como ejemplo de buen manejo ambiental y social– aprovecha la arena y la piedra del Copalita.

Los lugareños entrevistados por el también director del Foroambiental.com.mx, explican que al sustraer la enorme cantidad de piedras que había a orillas del río, su caudal corre más rápido, lo que degrada sus litorales y reduce la retención del agua, disminuyendo así la cría de peces, camarones y otras especies. Además, obliga a racionar el agua que necesita el centro turístico y poblaciones cercanas. Tanto en la época de estiaje como en las temporadas de vacaciones, cuando más demanda hay de líquido. Todo esto lo sabe la Comisión Nacional del Agua, encargada de dar los permisos de extracción, así como la Semarnat.

Aunque las miradas oficiales están hoy pendientes de los acuerdos que se obtengan en la Cumbre de París, igualmente urge atender los problemas que afectan a la población y al ambiente del país.