El catálogo El arte de la música, que aborda el vínculo estrecho entre las disciplinas artísticas en la exposición del mismo nombre que alberga el Palacio de Bellas Artes, se presentó el pasado miércoles en ese recinto.

“Pintura y música se dan la mano y no la sueltan nunca, nos muestra tan acertada y detalladamente este catálogo.

Desde los griegos hasta nuestros días la obsesiva representación de lo musical ha sido una constante que se manifiesta en varios planos: una manifestación de la omnipresencia del arte musical en la vida cotidiana del hombre y la mujer en todas las sociedades, dijo Yael Bitrán, directora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical Carlos Chávez (Cenidim), durante la charla.

Además, esta representación ocurre en el imaginario personal y colectivo de los artistas y en la también obsesiva interpretación de esas manifestaciones plásticas que tienen una presencia musical. Esta es la écfrasis, que se refiere a la representación verbal de una representación visual. Este es el eje conductor de los ejercicios hermenéuticos de este libro, que se puede adquirir en la librería del Palacio de Bellas Artes.

Bitrán se refirió a dos ensayos especialmente sugerentes, los de Simon Shaw-Miller, jefe del departamento de arte de la Universidad de Bristol, y del musicólogo Richard Leppert. El primero escribe: Aunque la música podría ser un arte de los sonidos, nunca ha sido sólo eso. Ante todo se trata de una actividad cultural, una que se concibe mejor no como única sino como compleja, un complejo que es un sistema, un nexo, un compuesto, lo múltiple.

En cuanto a Leppert, la funcionaria sintetizó que retrata la música como un arte que maneja el poder, la identidad, los deseos y la sexualidad siempre. No se pueden separar. Nos muestra que los que investigamos la música podemos aprender de mirar la partitura y de escuchar la obra y podemos hablar de temas como racismo, consumo, misoginia, como ansiedad masculina a través de la música y de los retratos pictóricos de ésta.

También relató que la música puede ser una forma de represión, ya que en la mayoría de los mitos donde la música juega un papel, Orfeo y Eurídice y el que ustedes gusten, siempre hay una gran violencia ejercida contra el que desafíe las reglas establecidas, contra el que quiera ser más poderoso que un dios.

Contrastes con las contraculturas

Por su parte, el crítico musical Uriel Waizel destacó los contrastes de la exposición El arte de la música, como el de las bellas artes y las artes populares, la cultura pop que vivimos actualmente, el consumo de rock, por llamarle así a todas las contraculturas que existen.

Y con el tema de sordera y de sonido, recordó de John Cage, 4_33_, que es una antipieza, porque ocurre con un pianista que llega, observa el pentagrama y lo va siguiendo con las manos en el teclado pero sin tocar, dejando que sea el auditorio el que la genere junto con los ruidos atmosféricos.

El catálogo El arte de la música, de 294 páginas, incluye ensayos inéditos de James Grebl, Sandra Benito Vélez y Patrick Coleman; se tiraron 3 mil ejemplares.