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El pugilismo me ayudó a vivir en la cárcel y me permitió imaginarme fuera: Marciano

Después de varios años en prisión, tres boxeadores retomarán sus carreras

Participarán en la velada Reivindicación, en el auditorio Blackberry en la colonia Condesa

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Mauricio Pintor y Juan José Marciano López, dispuestos a dejar atrás la vida en cautiverioFoto Juan Manuel Vázquez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 19 de octubre de 2016, p. a15

La ciudad era otra cuando salió de prisión. Calles distintas, puentes desconocidos, gente que se veía diferente recibió a Juan José Marciano López después de 11 años de encierro en el Reclusorio Oriente, al que entró a los 19 y dejó un sábado de primavera en 2015, ya con 31 de edad.

Esa mañana de abril despertó con una idea en la cabeza: regresar a la calle, con su familia, volver a ser un hombre libre. Aún hoy, al recordarlo, le cuesta trabajo recrear ese día en el que dejaría el lugar en el que estuvo encerrado más de una década. Una prisión a la que entró como un joven que apenas había soltado la adolescencia y de la que salió convertido en un hombre curtido de edad madura.

Un día antes de salir, buscó a los amigos que le ayudaron a soportar el encierro para regalarles la poca ropa que tenía y los utensilios básicos pero invaluables para atenuar el encierro. La solidaridad de quien deja la reclusión.

Jose Juan eligió la camiseta que más le gustaba, su pantalón preferido y unos tenis rojos para reincorporarse a una vida nueva y extraña en una ciudad en la que ahora se perdería como ocurre a cualquier turista.

Dice que todos los presos conocen la premisa de que cada quien elige vivir su cárcel. Esto es que un interno decidirá si su condena será un infierno o una prueba para salir adelante. Marciano López eligió encarar su circunstancia con una disposición frugal.

El boxeo fue lo que me ayudó a sobrevivir la prisión, y también el que me dio la paciencia de imaginarme afuera. Desde el primer día que me tuve que aventar el primer tiro, el segundo y el tercero hasta que me gané el respeto de la gente allá adentro. Pero también porque me refugié en el ejercicio para imaginarme un día libre, relató el pugilista.

Inventó sus rutinas de encierro, desde que comenzó a estar preso corrió para mantenerse en forma y no dejó de hacerlo hasta aquel sábado que recuperó la libertad.

“Yo no había terminado la secundaria y ahí lo hice. Tomé cursos de contabilidad, me certifiqué como instructor de fisicoculturismo, pero sobre todo boxeé.

Les decía a mis compañeros que cuando saliera sería profesional, muchos no me creían porque decían que cuando eso fuera estaría viejo, pero yo les contestaba: cuando me veas en la tele, te acuerdas de mí, comentó.

Las malas compañías

Mauricio Pintor fue boxeador desde niño. Nieto de Benjamín Pintor, hermano del ex campeón mundial Lupe Pintor. Lo expuso a la fama de un deporte que asoció con el éxito y el dinero. No lo pensó demasiado y eligió seguir los pasos de su tío abuelo.

El giro en el curso de su vida lo explica con una expresión común: las malas compañías.

Después piensa que el entorno en el que creció influyó como si se tratara de un destino inevitable. Nacer en un barrio bravo, la Gabriel Hernández, cree que lo expuso a una vida arriesgada. Cometió algunos delitos, pequeños robos –reconoció–, pero cuando eligió la vida del pugilismo ya estaba alejado de todo ese vértigo.

Lo arrestaron cuando visitaba a unos familiares en Zumpango. Lo acusaron de pertenecer a una célula de Los Zetas y fue procesado por el delito de extorsión. Tres años de juicio, encerrado en un penal en el estado de México.

Al final me absolvieron, pero pasé tres años encerrado, lejos de mi familia, mi hija tenía ocho meses, pero dejé de verla porque es complicado hacer visitas. Perdí tres años de mi vida, recordó Mauricio, quien interrumpió su carrera de boxeador en 2013 cuando fue recluido.

La cárcel es el aislamiento total. Te arrancan de tu vida y pasas días terribles. Es lo más feo que me ha pasado, tanto que no se lo deseo a nadie, señaló.

Este viernes, Marciano López y Mauricio Pintor retomarán sus carreras. Cada uno por su cuenta tratará de borrar el pasado en prisión en una función en el Auditorio Blackberry en la Condesa. También estará otro peleador, Osvaldo Chucky Razón, quien vivió años de reclusión. El nombre de la velada es Reivindicación.