Opinión
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Desde el otro lado

El futuro

N

o es posible adivinar qué sucederá a partir de enero 2017, cuando Donald Trump llegue a la presidencia de Estados Unidos. Lo que sí se puede afirmar es que en ocho años Barack Obama hizo un esfuerzo para dar al país una cara más presentable. Le faltaron algunas metas por cumplir, como la reforma migratoria y una más profunda del sistema financiero, el cierre de la base de Guantánamo y otras más. Pero al fin de cuentas, el balance es positivo, y responsabilizar únicamente a Obama de lo que deja pendiente en la agenda de reformas no sólo sería un error, sino un juicio a todas luces injusto si no se toma en consideración la obstrucción de los legisladores republicanos.

Las preguntas sobre los resultados de la elección llenan día con día los medios informativos. Tal vez la más lacerante y más desconcertante es por qué casi la mitad del país votó por un cambio de pista cuando el desempleo ha bajado a niveles históricos, la economía muestra una recuperación económica firme y la agenda social ha dado un vuelco de 180 grados en favor de las minorías.

Es un poco ocioso culpar al sistema de Colegio Electoral de los resultados del 8 de noviembre. Ya se ha dicho hasta el cansancio lo anacrónico de ese sistema, que fue ideado en los albores de la historia independiente de Estados Unidos para salvarlo de la balcanización. El hecho es que, por las razones que se quieran, ni republicanos ni demócratas han podido o querido cambiar ese anticuado sistema.

Lo que por lo pronto sí está claro es que en la integración de su gabinete de seguridad, Trump ha optado por la línea dura prometida. Cada uno de quienes integrarían el sistema de justicia interna y externa: el procurador general; el secretario de Seguridad, el de Estado, y el asesor de Seguridad Nacional, son conocidos por su intransigencia en el trato con otras naciones y por ignorar las normas más elementales en materia de derechos humanos. Habrá que esperar otros golpes a la cordura y la convivencia. No es sorpresa, pero es doloroso reconocerlo. Esos son los hechos y habrá que vivir y tratar de sobrevivirlos por lo menos en los próximos cuatro años.

Por lo pronto, son alentadoras las propuestas de cientos de organizaciones y ciudadanos independientes para integrar una gran coalición que defienda las conquistas en materia de derechos humanos y medio ambiente, y evite la llegada de otro personaje similar a Trump a la presidencia.