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Interesante final de una temporada chica novedosa que no logró prender

Novillos muy bien presentados de Xalmonto y El Siete para los triunfadores del serial

Merecida oreja para José María Pastor

Colombo y Martínez, empeñosos

Entrada antirrevolucionaria

 
Periódico La Jornada
Martes 22 de noviembre de 2016, p. a37

Ayer concluyó la primera temporada novilleril organizada por la nueva empresa de la Plaza México de los señores Alberto Bailleres y Javier Sordo, y como gerente operativo el matador en retiro Mario Zulaica, quienes con el tiempo encima, tras la lentitud de Antonio Cosío –propietario del coso– en decidir el relevo luego de la salida de la nefasta dupla Alemán-Herrerías, después de 23 años de ensayo y error, mal pudieron diseñar un serial novilleril quizá bien intencionado pero fallido, que incluyó festejos sin y con picadores y la selección antojadiza de varios muchachos extranjeros que poco o nada pudieron decir, mientras varios prospectos mexicanos se quedaban a la espera de planteamientos menos precipitados.

Hicieron el paseíllo los que en teoría mejor desempeño tuvieron en su actuación anterior: el sevillano Rafael Serna, el hidrocálido José María Pastor, el venezolano Jesús Enrique Colombo y el jalisciense Román Martínez, quienes enfrentaron con relativa fortuna las exigentes embestidas de tres preciosos cárdenos claros de la ganadería de Xalmonto, de Pablo de Haro, y tres castaños encaste español Parladé del hierro de El Siete, de Pablo Moreno, todos recargando en caballo, no obstante la impertinente presencia de un picador de callejón, que, armado de flexible vara, no sabe si pegarle al jamelgo, al picador o al peón más cercano, desluciendo así la otrora emocionante suerte de picar, mientras la autoridá se hace, como siempre.

Filósofo, ejemplar abridor

Abrió plaza Filósofo, de Xalmonto, con 416 kilos, y una embestida clara y larga por ambos lados, que Rafael Serna no logró aprovechar. Luego de innumerables tandas sin acoplamiento, novillo y público acabaron aburriéndose. Dejó tres cuartos de estocada caída y hubo palmas para los restos del astado.

Cascabelero, con 443 kilos, también de Xalmonto, fue recibido por José María Pastor con dos largas cambiadas en tablas. Tras empujar en el puyazo y provocar un derribo, el novillo fue llevado a los medios por Pastor, que realizó un hermoso quite por caleserinas; luego dejó un primer par en lo alto, un segundo de gran mérito casi a toro parado, y por último un quiebro preciso y garboso, en la mejor tradición rehiletera mexicana. Realizó una faena reposada y estructurada ante la buena embestida que al final fue a menos. Dejó una buena estocada y la merecida oreja no se hizo esperar. Con su segundo, Humanista, de 423 kilos, también de Xalmonto, Pastor repitió color en banderillas, no así con la muleta, ya que la bravura de novillo exigía colocación y mando constantes, por lo que la faena transcurrió entre altibajos.

Tras dos viajes dejó una entera, saludó en el tercio y hubo palmas para el novillo. Este Pastor posee un enorme potencial, por lo que las empresas harán bien en tomarlo más en cuenta.

El venezolano Colombo anduvo empeñoso toda la tarde, más con los palos que con la pañosa. Ante su primero de escasa transmisión, de El Siete, dejó un par magnífico, resultó cogido sin consecuencias y cobró una estocada certera al encuentro, y poco pudo hacer con el deslucido cierraplaza, también de El Siete.

Román Martínez estuvo muy torero con Lobito, al que recibió a portagayola, se vio lúcido y variado en quites, invitó a Pastor y a Colombo a banderillear, logrando los tres una escena de antaño, ligó hasta seis pases cambiados por la espalda, algunas tandas por ambos lados a las sosas embestidas del de El Siete y dejó un espadazo contrario.

Entre las fechas, los puentes y los festejos consecutivos, se puede hablar de la peor entrada en un cierre de novilladas.