a plaza vacía se extinguía en medio del aroma que dejaron las faenas excelsas sobre el ruedo; fue a la hora propicia de la magia en que el misterio del coso añoraba las faenas que quedaron para el recuerdo y calentaban aún más la piel en el refrigerador de la México. La hora en que las divinidades inferiores semejantes a las mujeres de la mitología gitana de cabellos azabache y ojos almendrados se desnudaban en los olivares y llamaban por la noche a los aficionados que no vuelven. Seguro estas ninfas llamarán por lo pronto a Sergio Flores a repetir la historia del joven torero envuelto por la vida muerte como castigo al delito invencible del toreo. En la noche fría y aburrida con los toros de El Vergel descastados, sorpresivamente, Sergio Flores con ganas de ser, se dejó venir al de El Vergel al centro del ruedo ¡Vengan redondos y naturales! Los cabales nos despertamos, ¿este toro tenía su son? Sabrá Dios, pero se enredó con él Sergio Flores y enloqueció a los cabales y no cabales. Al traérselo toreado desde lejos para apretarse en los pases en redondo, cargando la suerte sin pérdida de terreno.
Sergio Flores contagiaba a los aficionados la alegría del toreo. La raza amante del sol y la sangre (lástima que haya desaparecido el sol de las corridas), ni aún en la eterna sombra se resigna a renunciar al toreo. Flores calentó al ruedo que parecía bañarse en el frío maléfico de la agonía. Fantasías alucinatorias perdidas en los túneles del coso basados en una antigua cultura torera. En la plaza silenciosa se abrió una tregua con las faenas del joven tlaxcalteca; aparecieron los gritos, los olés de los cabales, los aficionados conversaban en pequeñas tertulias de los toreros preferidos, las polémicas generadas por las actuaciones.
En el centro, el hechizo que en el culebreo ponen las bailadoras en el tablao penando por el torero al que tratan de satisfacer su sed de amor ¡Venga torero!, por lo pronto Sergio Flores, incontenible, cortando orejas y saliendo a hombros.
Fermín Rivera toreó muy bien, muy bien, pero no transmite lo bien que torea. Sergio Flores está para pelear las palmas a Andrés Roca Rey a David Adame a José Garrido (que pasó desapercibido en su alternativa) y a Pérez Simón, el líder del escalafón taurino español que no llegó a la Plaza México, ¿por qué? No lo sé. Lo que sí sé es que les peleó las palmas y los contratos a los arriba mencionados, vivificando con aire juvenil el toreo en la temporada española.