Autoridades investigan el caótico y fatal concierto del sábado
Aunque no parece rockstar ni líder carismático, arrastra multitudes
Martes 14 de marzo de 2017, p. 9
Buenos Aires.
El baile frenético del pogo más grande del mundo
ilustra la leyenda del roquero argentino Indio Solari, fenómeno de masas musical y social que la madrugada del domingo tuvo a dos víctimas mortales entre sus fanáticos.
Un concierto organizado para 155 mil personas terminó en tragedia en una pequeña ciudad del suroeste llamada Olavarría. “Las entradas agotadas no existen para mi público, van igual al show”, declaró Carlos Solari, señor esmirriado y calvo de 68 años, que acaba de anunciar que padece Parkinson.
Siempre oculto tras unos anteojos negros, estilo Lennon, el Indio es un músico de bajo perfil pero adorado como un dios. A la par de Charly García, es la mayor leyenda viva del rocanrol argentino.
Arrastra multitudes estremecedoras que lo siguen adonde quiera que se presente con fervor cuasi religioso. Una marea humana de 400 mil ricoteros, tres veces la cantidad de habitantes de Olavarría, según su alcalde, provocó el descontrol. La organización falló. Un hombre de 42 años y otro de 36 murieron por apretujamientos y avalanchas. Delirio y locura.
Pero la euforia juvenil de saltar, empujar, golpear y patear al compás de la música punk tiene un lado siniestro. Todavía hay dos personas en terapia intensiva y se busca a otras 341 que no volvieron a sus casas, según la policía.
Es un fenómeno de masas, popular, muy difícil de explicar
, dijo una vez el dibujante Rocambole, quien diseñó algunas portadas de los discos del Indio.
Lejos parecía Solari de pretender adhesión masiva en sus inicios. En la ciudad estudiantil de La Plata fundó el grupo Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, en 1976, en plena dictadura militar. La música era un refugio contra el crimen y la censura.
Pero lejos de hacer música de protesta, era una banda más bien elitista. Tocaba en recintos cerrados un rock exquisito, con letras surrealistas, casi todas inentendibles desde lo racional.
Hay un nihilismo creativo, afirmativo en sus letras. El mundo se vino abajo, pero todavía queda la potencia del deseo del ser humano para transformar la realidad con su trabajo intelectual
, escribió el filósofo Pablo Cillo en su obra Filosofía ricotera: tics de la revolución.
Con los años, los ricoteros comenzaron a llenar estadios, aunque nunca sobrepasaban las 40 mil personas. En 2001 se disolvieron los Redonditos por peleas internas.
Pero pronto volvieron las denominadas misas ricoteras
, ritual pagano, concelebración del rock y del ídolo cuya voz fue premiada como la mejor con el prestigioso premio Konex de platino en 2015.
Solari creó la banda Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. Los conciertos empezaron a parecerse a las manifestaciones del peronismo, partido popular y obrero por excelencia en Argentina.
Masivas migraciones de gente atraviesan el país; incluso, acuden de países fronterizos para asistir a megaconciertos.
Pero Solari no es un cantante de protesta. No concede entrevistas, salvo excepciones. Rechaza las discográficas. Vive en un barrio de clase media alta de la periferia oeste de Buenos Aires.
Tiene una mujer y un hijo a quienes nadie reconocería por la calle. No concurre a actos públicos. Es más bien fóbico. Habla pausado y no parece líder carismático ni un rockstar, pero tiene cientos de miles de seguidores en un país de 42 millones de personas.
La mayoría de su público es de clase media baja y obrera, sector donde el peronismo ha tenido su mayor arraigo. Duermen en las plazas a la espera del recital. El alcohol y la droga también circulan.
Hay buena cantidad de gente que nos sigue que vive en barrios desangelados
, dijo una vez Solari.
Hace unos años rompió el cono del silencio
para expresar simpatía por la ex presidenta peronista de centroizquierda Cristina Kirchner. Pero sin estridencia y sin concurrir a ningún acto.
Su eléctrico tema Ji ji ji desata el mayor pogo del mundo
. Esta vez la fiesta se arruinó.
En busca de las causas
La justicia argentina trabaja desde ayer en la reconstrucción de los hechos que llevaron al fallecimiento de dos personas en el caótico concierto del roquero.
Investigamos las causas de muerte para determinar si son directas o indirectas
, explicó Marcelo Sobrino, fiscal general de Azul, jurisdicción a la que pertenece Olavarría.
El alcalde de la ciudad, Ezequiel Galli, dijo que la situación se fue de las manos
. El funcionario deslindó responsabilidades de la comuna y dijo que la seguridad interna del espectáculo estaba a cargo de los organizadores del concierto. El músico de 68 años declaró el domingo ante la fiscalía a cargo de la investigación en calidad de testigo.