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Disquero
Lo nuevo de Roger Waters, es decir, de Pink Floyd
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La banda en vivo en 1970
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Portada del nuevo disco
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La caja completa The Early Years 1967-1972
 
Periódico La Jornada
Sábado 22 de abril de 2017, p. a16

Convergen hoy tres noticias alrededor del disco que nos ocupará en las siguientes líneas: Roger Waters grabó nuevo disco luego de 25 años de silencio; en el Museo de Victoria y Albert de Londres abrirá, el 13 de mayo, una exposición para celebrar el medio siglo de la publicación del álbum debut de Pink Floyd: The Piper at the Gates of Down; y last but not least, en México aparecen siete álbumes siete en formato libro, que suman más de 25 horas de música de Pink Floyd en la serie Early Years, que hoy atenderemos.

Antes, atendamos la novedad del día: apenas hace unas horas, Roger Waters soltó en el ciberespacio la primera de sus 12 composiciones en su nuevo disco. El álbum se titula de manera muy significativa Is this the life we really want?

Escuchar esa pieza inaugural de su nuevo disco confirma las convicciones nacidas de la escucha repetida del disco que originalmente dio origen al Disquero de hoy.

Las convicciones: Roger Waters se confirma como el músico más propositivo, original, revolucionario, elegante y reflexivo del último medio siglo en la cultura rock y eso conlleva el paquete completo, es decir, al grupo Pink Floyd con las mismas cualidades que acabo de enlistar.

Es muy importante acotar: en el ámbito rock, privan los términos prendidez y fan, para dejar fuera lo musical. Debo decir que no soy fan de nadie. Intento solamente analizar desde lo estrictamente musical los contenidos. Por eso puedo decir que Pink Floyd, históricamente y ahora con la continuidad de trabajo de Roger Waters, es lo más sólido, contundente, claro, honesto y digno musicalmente en todo el territorio de la cultura rock. (Bob Dylan también, aunque es capítulo aparte).

Smell the roses, se llama la pieza que hace unas horas estrenó Roger Waters en el ciberespacio y su mero título anuncia con ironía el carácter tremendo de su contenido.

Ironía porque la frase susodicha suele ser utilizada popularmente para llamar la atención hacia el aquí y ahora de manera dulce: detente y disfruta el olor de las rosas. Hay una pieza, en tono dulzón, en uno de los álbumes solistas de Ringo Starr que así se llama.

En cambio, Roger Waters usa la frase para la ignición de las ideas: despierta y huele el fósforo/ esta es la habitación donde fabricaron explosivos/ aquí fue donde pusieron tu nombre en una bomba/ aquí fue donde inhumaron los peros y los si condicionales/ y desollaron palabras como cierto o falso.

La música en esta nueva pieza del líder de la mejor banda del mundo (con su permiso, maestros Rolling Stones) es lo que los musicólogos llamarían unidad estilística, coherencia creativa, identidad artística.

Las primeras reacciones han sido en sentido contrario: hallan signos de álbumes anteriores como Dogs. Dark side…, entre otros, pero esas son obviedades y consideraciones erróneas: Roger Waters no se está repitiendo, nunca se ha repetido, lo suyo es la indagación en el sonido, los contenidos, las ideas, una dramaturgia muy fértil.

Al igual que otros creadores importantes ostentan células motívicas, temas recurrentes, preocupaciones estéticas y rasgos estilísticos distintivos, Roger Waters ostenta en su nuevo álbum, a juzgar por la pieza que acaba de dar a conocer, las resonancias adecuadas: en primer lugar, el sonido Pink Floyd, los efectos acústicos que transportan a estancias, pasos humanos, presencias, el ladrido de un perro (como Patti Smith en Banga, como Laurie Anderson en su obra reciente), su contrabajo como potentísima auriga que gobierna lo que suena, el sonido Gilmour en la guitarra, pero sin Gilmour, el potente work in progress...

He ahí. Work in progress. Esa sería una buena manera de definir el tan anunciado material que dio origen hace unos días al Disquero de hoy, pero la noticia de ayer y el lanzamiento cibernético de la nueva obra de Waters modificó para mejorar el panorama.

The Early Years Box Set: 1965-1972 es un proyecto monumental. Reúne 11 horas de audio en más de 130 tracks y 14 horas de material audiovisual. De entre esas 25 horas de audio y video, hay siete horas de sesiones en vivo inéditas, 20 canciones nunca antes grabadas, cinco horas de conciertos con muchas rarezas.

La primera reacción del Disquero fue: yaaaa, too much. Porque después de la serie fabulosa de cajas Floyd de la serie Immersion, parecía estar ya dicho todo sobre los Pinks, con materiales igualmente inéditos pero sobre todo un nivel de calidad de sonido francamente estupefaciente.

La nueva serie, aunque parezca increíble, supera todo lo anterior.

Por fortuna llegó a México en su versión fragmentaria, es decir, que no necesitamos comprar la caja monumental, que cuesta una fortuna, para disfrutar de este tesoro.

Se distribuye en México en sus siete tomos por separado, de los cuales el Disquero eligió uno y al parecer acertó: 1970 Devi/ Ation reúne lo mejor de entre todos aquellos asombros, pues nos retrata exactamente el work in progress que sigue siendo Pink Floyd.

El punto máximo es la versión en audio y la versión en vivo de Atom Heart Mother en versión sinfónica, siendo la sinfónica una combinación insólita: una Orquesta de Metales, el Cuarteto Pink Floyd y un Coro Mixto con resultados apabullantemente enriquecedores para quien ama la música.

Porque ese es el resultado más claro de la escucha de estos materiales que yacían resguardados y que ahora cobran sentido pleno: los cuatro mejores músicos agrupados en la mejor banda de la cultura rock, haciendo algo que supera ese concepto, el del rock, para ubicarse a la altura de otros autores de la vanguardia, incluyendo a los académicos.

Sin comparar, porque no es el caso, sería absurdo, pensé en Olivier Messiaen al escuchar las indagaciones en teclados, sobre todo en órgano, de Rick Wright; desfilaron en mi mente los grandes bateristas de la historia rock y ninguno superó las asombrosas delicadezas, brutalidades, igniciones y asombros del maestro Nick Mason; vi a la sumatoria de guitarristas y sus riffs apantallantes, a los cantantes y sus aspiraciones a notas verdaderamente finas, pero ninguno superó las capacidades maravillosas del maestro David Gilmour.

Observé con atención concentrada al mejor de todos, al líder, al continuador de la idea germinadora de Syd Barrett, al jefe Roger Waters, y confirmé que estamos frente a uno de los grandes creadores de la música popular contemporánea.

El rosa intenso de Pink Floyd consiste en un gineceo magnífico, un oasis, un alto surtidor que el viento arquea, un géiser estupendo, un puñado de músicos siempre en busca del sonido.

Y lo encontraron y lo seguirán buscando, porque el Grial es un concepto en evolución.

Exacto: un work in progress.

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