Un total de 26 albergues se mantienen abiertos en la Ciudad de México tras el sismo del pasado 19 de septiembre, de los cuales doce son operados por cinco delegaciones que resultaron afectadas; en dos, pernoctan cerca de 100 damnificados en cada uno y en el resto permanecen pocos.

Más allá de la incomodidad que implica la convivencia en estos espacios, los afectados se quejan de la lentitud en los dictámenes de protección civil sobre los edificios que habitaban para poder regresar o, en su defecto, reubicarse temporalmente.

En el albergue habilitado en el Pentatlón, en la colonia Tabacalera, Carolina Álvarez expresó que ni al inmueble donde vivía –una pensión de la época del porfiriato– ni a la escuela donde trabajaba han acudido autoridades a hacer la revisión correspondiente.

Lo grave, denunció, es que el lnstituto Leonardo Bravo, ubicado sobre la calle Ezequiel Márquez, ya regresó a clases, pero sólo uno de sus edificios cuenta con un dictamen, de dudosa procedencia, mientras en el otro no hay tal. Lo peor, el colegio se encuentra rodeado de inmuebles con afectaciones graves.

La delegación Cuauhtémoc cuenta con tres albergues, uno de ellos es el Pentatlón, que opera con el apoyo de la empresa Sarape Social, donde se albergan 40 personas; el deportivo Mina, con igual número de afectados, y uno más en Izazaga 11, con 100.

En Benito Juárez se mantiene abierto el refugio en el deportivo del mismo nombre, con entre 100 y 120 personas de manera permanente, mientras en Iztapalapa operan tres en los centros comunitarios Violeta Parra y Othón Salazar y el centro social Villa Estrella, que en conjunto apoyan a 53 damnificados.

Cuatro albergues más se encuentran abiertos en la delegación Coyoacán, cuya afluencia es de entre 40 y 80 personas, de las cuales no todas se quedan a dormir. En Tlalpan, se encuentra uno en La Joya, que atiende a 20 personas. El gobierno capitalino aseguró que en los 26 albergues, la noche del jueves se atendieron a 703 personas.