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Desde el otro lado

Pactos con el diablo

U

na vez más Donald Trump demostró capacidad para engatusar a sus interlocutores. En esta ocasión sus blancos fueron Nancy Pelosi y Chuck Schumer, ni más ni menos, los dos máximos líderes demócratas en el Congreso. A una semana de haber acordado con ellos una solución que beneficiaría a los más de 800 jóvenes conocidos como dreamers, el lunes pasado enmendó dicho pacto. Por lo pronto, dijo que para concretarlo es necesario cumplir ciertas condiciones. Una es que el Congreso de Estados Unidos apruebe un presupuesto para la construcción del muro en la frontera entre México y ese país.

Todos los legisladores demócratas, y no pocos republicanos, se han opuesto de una y otra forma por razones políticas, económicas y diplomáticas a la aprobación de tal capricho. En cambio, no parece haber grandes obstáculos para el cumplimiento de las otras exigencias de Trump. Incluso, algunas se han cumplido paulatinamente: el fortalecimiento de la vigilancia en la frontera mediante el incremento de agentes y el uso de recursos técnicos como cámaras, drones, vehículos aéreos y terrestres, etcétera. Esto lo sabe perfectamente el presidente, y también está al tanto de que la migración indocumentada se ha reducido casi a cero, así como que los delincuentes, a los que frecuentemente alude como los “bad hombres”, no llegan a Estados Unidos por el desierto. Luego entonces, ¿cuál es el problema para prolongar la orden ejecutiva que protege a los dreamers? Es cumplir las promesas de campaña que hizo para ganar el voto de los más xenófobos y recalcitrantes conservadores y libertarios, su base, como se le conoce en el argot político. Es sabido que Trump, Stephen Bannon y Stephen Miller fueron los arquitectos de una seudopolítica migratoria y social cuyo cometido, además de coartar la migración de algunos países árabes, africanos y latinoamericanos, es hacer prevalecer los valores de los supremacistas blancos.

En todo caso, lo novedoso es que aún haya quienes piensen que un acuerdo con Trump tiene viabilidad. Queda demostrado, como en el caso particular de los dreamers, que un pacto con Trump es uno con el diablo. En el fondo, uno de sus principales cometidos es deshacer el legado de Obama y solapar al que se ha revelado como algo parecido al gobierno sombra del defenestrado, pero por lo visto cada vez más influyente, Stephen Bannon, temas a los que es necesario referirse más adelante.