l Banco de México (BdeM) aumentó ayer en un cuarto de punto la tasa de interés de referencia, que pasó de 7 a 7.25 por ciento. La medida tiene por objeto disminuir el crecimiento de la inflación, que en los primeros 11 meses de este año llegó a 6.63 puntos porcentuales, más lo que se acumule en diciembre. La entidad monetaria del país continúa así su ya tradicional política de seguir las decisiones de la Reserva Federal estadunidense, que el miércoles incrementó en un cuarto de punto sus tasas de referencia para colocarlas en 1.5. En lo que va de este año, la cifra correspondiente en México ha pasado de 5.25 a 7.25.
De acuerdo con el BdeM, en el tercer trimestre de 2017 la economía mexicana registró una contracción; dicho comportamiento fue reflejo tanto de la desaceleración que se ha venido observado en algunos componentes de la demanda desde finales de 2016, como de los efectos adversos, de carácter temporal, que tuvieron los sismos y la importante reducción en la plataforma de producción petrolera en septiembre
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Por otra parte, el banco central del país admitió lo que a principios de año se negaba en el discurso gubernamental, esto es, que la depreciación de la divisa mexicana frente al dólar habría de tener efectos inflacionarios.
La determinación del BdeM implica que la economía crecerá a un ritmo aún más lento, toda vez que las tasas de interés elevadas operan como una suerte de freno a las actividades productivas y a los intercambos comerciales, por cuanto encarecen el precio del dinero.
El hecho es por demás preocupante si se considera que el crecimiento para este año, estimado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) entre 2 y 2.6 por ciento, resulta claramente insuficiente, además de poco realista en su margen superior, según Enrique Solana Sentíes, dirigente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo, la cual considera que será, en el mejor de los casos, de 2.5 por ciento.
En suma, el panorama económico de este año parece enfilarse a cifras de cierre desalentadoras, lo que implicaría un arranque económico débil e insatisfactorio en 2018: mayores tasas de interés significan un menor consumo. Debe considerarse además la fragilidad de las perspectivas de una renovación exitosa del Tratado de Libre Comercio de América del Norte –cuyo fracaso impactaría en forma significativa y grave las finanzas mexicanas– y que la reforma fiscal que se gesta en Estados Unidos podría traducirse en una fuga de capitales hacia ese país, como lo expresó Solana Sentíes. En este contexto, lo menos que podría pedirse es un plan económico alternativo y emergente, y no una mera repetición de recetas que han perdido toda funcionalidad.