o cabe duda, Carlos Monsiváis caló hondo en quienes lo conocieron. Así le pasó al chicano, doctor en sociología, David Maciel, quien llegó a la calle de San Simón a decirle que lo admiraba. Lo recuerdo jovencito, guapo, tímido e ilusionado porque lo llevé a San Simón. A partir de ese momento, Carlos y David se vieron en muchas ocasiones porque el chavo Maciel no imaginaba que Carlos atravesaría la frontera con tanta frecuencia ni con tan singular alegría, no sólo para dar conferencias multitudinarias y solidarizarse con luchas sociales, sino para lanzarse al chopin del otro lado y atiborrar su maleta de discos, películas y libros que más tarde pesarían al grado de no poder ni arrastrarla por los pasillos del aeropuerto Benito Juárez. ¡Tijuana, Mexicali, San Diego, Los Ángeles, Santa Bárbara ahí les voy!
–Monsiváis, guiado por David Maciel, conoció todos los malls del otro lado. Ningún intelectual mexicano se preocupó tanto por nosotros los chicanos, escribió tanto sobre nosotros, fue tan sensible, tan curioso de nuestra cultura, de nuestra historia, de nuestra sociedad; Tijuana, Austin, Albuquerque, San Francisco, San Diego, le debemos mucho. A mí me honró con dos prólogos
, se emociona David Maciel, a quien se le humedecen los ojos.
–Sí, yo nací allá, de nacionalidad soy gringo. Me encantaría tener la doble nacionalidad, pero me lo impide la falta de acta de nacimiento de mis padres.
David Maciel habla español a la perfección y lo escribe ídem. Eso le ha permitido publicar en México; ahora mismo tres libros suyos salen de la imprenta, pero, por lo pronto, enojado, habla de otro libro, Fire and Fury, bestseller de Michael Wolff.
–Mira, Fuego y Furia, se agotó en un día por sus denuncias contra Trump. Michael Wolff, se le volteó como su chief advisor Steve Bannon y lo pone en evidencia, así como a toda su familia. Trump representa lo peor de Estados Unidos; un sector racista, clasista, que quiere regresar al país a siglos pasados. Todos los gringos nos preguntamos hoy día por el futuro y el ser de nuestra nación: ¿qué clase de país queremos tener? ¿Uno que sea multilingüe, multiétnico, respetuoso de diferencias, lo cual ha hecho grande a Estados Unidos, o el país que ofrece Trump?
–¿Terminó el melting pot?
–Esa es una idea ficticia. La idea de los WASP (white anglo saxon protestant) es la de un país cerrado, dominado por anglosajones protestantes, blancos con minorías a su servicio, gente a quienes no deben dársele oportunidades. He notado que aquí no se discute bien a Trump, ese empresario grueso, multimillonario que conoce la economía de Estados Unidos como la palma de su mano. Los indocumentados son parte esencial de esa economía; nadie más que ellos van a hacer lo que los gringos no quieren hacer. Un gringo no se va a ir a pizcar. ¿Quién hace ese trabajo si no los indocumentados?
–Mi pregunta sería, ¿por qué el presidente Trump trata mal a quienes son parte esencial de su economía?
–Porque su ideología de supremacía blanca predomina sobre su pragmatismo y quiere minimizar la latinoamericanización de Estados Unidos. No puede ignorar el crecimiento natural demográfico de los latinos.
–¿Cuántos hablan inglés en Los Ángeles?
–Somos 11 millones de latinos, sólo en Los Ángeles hay 2 millones de centroamericanos, 11 millones de latinos en su totalidad, de los cuales todavía predominan los de origen mexicano.
–¿Cuál es la totalidad de la población?
–De Los Ángeles serán unos 18 millones, de los cuales 11 son latinos. Estamos creciendo a una velocidad impresionante. Los mejores analistas de mi país, los mejores demógrafos, calculan que para 2050 una de cada cuatro personas en Estados Unidos va a ser de origen latino. Calculan que cada 40 o 50 años duplicamos nuestra población. Por tanto, es de locos querer minimizar el proceso como hace Trump.
“Dada la situación política en Estados Unidos, con el infame Donald Trump a la cabeza de nuestro gobierno, creo que más que nunca que debemos unirnos para enfrentarnos a esta ola de racismo y de imposición del hombre blanco.
–¿Crees que Trump va a construir el muro?
–No, no lo creo. Hay tanta oposición y le va a costar tanto a los republicanos, que van a perder. En las pasadas elecciones los republicanos ya perdieron Nuevo México, Colorado y Nevada. La gente que votó por él se le está volteando. Fíjate que yo nací en El Paso, Texas, y me crié en San Diego, California, y siempre digo que soy californiano. Vine ahora a México porque me invitó Lorenzo Córdoba a ocuparme del voto chicano. También publico tres libros, uno en la Universidad Nacional Autónoma de México, otro en la Cineteca y otro en Siglo XXI. El de la Cineteca se llama Carlos Monsiváis, reflexiones sobre el cine mexicano. El de la editorial Siglo XXI se titula El México de afuera, los mexicanos en Estados Unidos. El de Carlos Monsiváis va a presentarlo Alejandro Pelayo, titular de la Cineteca Nacional.
–¿Y el Instituto Nacional Electoral (INE) de Lorenzo Córdoba?
–Ante todo estoy aquí para colaborar con el INE en todo lo que se refiere al voto de los mexicanos en el exterior que es uno de mis temas tanto de docente como de historiador. Me invitó Lorenzo Córdoba a participar y a analizar lo que sucede en México, y me resulta apasionante. La posibilidad del voto de los mexicanos en el extranjero en elecciones mexicanas me parece crucial; colaboro con el INE para promoverlo entre las comunidades mexicanas. Informo cuáles son los requisitos: la certificación y la credencial de elector. El estatus legal no tiene que ver con el voto.
–¿Cuántos votantes son?
–Yo creo que es un universo: 7 millones de posibles votantes. El problema con cualquier democracia es que mucha gente no vota. En Estados Unidos, por ejemplo, las elecciones presidenciales se deciden con 52 por ciento del voto de la población; la mitad de la población no vota y Estados Unidos se jacta de ser el modelo ejemplar de democracia en el mundo. En México la situación es semejante: mucha gente no vota.
–¿Exactamente en qué consiste tu trabajo con Lorenzo Córdoba?
–Bueno, no tanto con él, sino con el INE y su división de estudios internacionales. Mi trabajo es promover las formas en que se puede votar, cómo hacer la certificación, cómo agilizar el proceso del voto, cómo lo van a mandar por correo, toda la parte operativa. La parte más intelectual es promover la razón por la qué deben votar los mexicanos fuera de México. Eso es lo que me toca. Todo mundo se queja de México, de sus problemas, de sus políticos, de que las cosas no cambian. ¿Cuál es la forma de llevar a cabo un cambio? En estos días, tomar el fusil, lanzarse a las calles y hacer una revolución armada no tiene sentido, no nos queda otra que el voto…
–¿Tu buscas gente con compromiso social?
–Con principios, con ética, que quieran hacer algo diferente. Yo no soy partidista, ese no es mi papel para nada, sólo promuevo la importancia del voto y les pido que se tomen el tiempo para involucrarse en el futuro de su país. Fomentar su interés es lo que hago todos los días… Andrés Manuel López Obrador tiene un muy amplio público en Estados Unidos, pero también hay interés por otros políticos… Recuerdo que anteriormente Josefina Vázquez Mota tuvo su público y Margarita Zavala también lo tiene. Le voy a plantear a Lorenzo Córdoba que hagamos foros de debates allá con representantes de los candidatos, porque la gente me pregunta: ¿Por quién voto?
Tenemos que dar información, conocer la agenda de los partidos, saber qué proponen.
“Hay leyes que dicen que los candidatos no pueden hacer campaña en el exterior, pero eso no impide que sus representantes la hagan. Son muchos los foros: Los Ángeles, San Antonio, El Paso, Chicago, muchos han ido a presentar su agenda.
Las personas tienen que saber por quién votar, quién representa qué. Se supone que los consulados difunden información, pero yo me inclinaría por representantes de las diferentes facciones.
–Sí, pero ahora mismo, David, los consulados representan a un gobierno, el del PRI. Por tanto no le harán propaganda a López Obrador o a Margarita Zavala…
–Ese es mi punto; se necesitan alternativas de las diferentes facciones. El INE –se supone– envía información si la persona solicita una boleta electoral. La pregunta sería: ¿esa información es suficiente? El INE es el que tiene que mandar la plataforma de los partidos sin mostrar preferencias.
–¿Tú perteneces al INE?
–No, soy asesor. Incluso ni puedo votar en México, pero participo porque una de mis especialidades es la de los mexicanos en Estados Unidos. No tengo la doble nacionalidad por la falta de acta de nacimiento de mis padres –ha sido una gran frustración para mí– pero desde mi carrera universitaria todo mi trabajo es para México.
“El legado me lo dio mi padre, quien insistía en que en mi casa sólo se hablara español, porque él sabía que en mi escuela manejaría el inglés perfectamente. Por el afán paterno de la historia de México me quedó la espinita de ser historiador y estudiar a México. Orienté toda mi carrera hacia América Latina, con especialidad en México.
“Cuando entré a la universidad no había estudios ni profesorado chicano, fíjate. Nosotros no entramos a las universidades como alumnos de posgrado o profesores, sino hasta que estalló el movimiento chicano de los años 60, 70, que forzó a las universidades a abrirse y a incluirnos. Durante los 11 años de estudio universitario no tuve un solo profesor chicano o una clase sobre chicanos. Todos mis maestros fueron anglosajones y siguen dominando la academia en Estados Unidos. En todo el país, Elena, no existimos sino hasta ahora.
“Estudié mi licenciatura en San Diego, mi maestría en letras latinoamericanas en la Universidad de Arizona, en Tucson, y mi doctorado en historia en la Universidad de California en Santa Bárbara. Ahí se dio mi despertar chicano.
Hablando de los mexicanos allá, estoy feliz con toda esta gama de la diáspora cinematográfica mexicana que ganan Óscar tras Óscar: Cuarón, Iñárritu, el chivo Lubezki, del Toro, quienes le dan presencia a México en Hollywood
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