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Ahora se sabe que cambios en la estructura cromosómica pueden ser inocuos o malignos

Incógnitas y progresos a 17 años del comienzo de la era genómica

Hoy día conocemos 19% de los genes que causan mutaciones celulares; en 2000 se sabía sólo de 1%, dice investigadora del Inmegen

Se ha logrado reducir costos y aumentar la eficiencia del diagnóstico con la creación de bases de datos internacionales, destaca Carmen Alaez Verson

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En Estados Unidos sólo hay 400 medicamentos huérfanos aprobados por la FDA, de los cuales 5 por ciento son eficaces para tratar enfermedades raras; el resto de los pacientes recibe cuidados paliativosFoto Shutterstock
 
Periódico La Jornada
Martes 30 de enero de 2018, p. 2

El Proyecto del Genoma Humano reveló en 2000 que cada persona tiene contenidos en sus cromosomas –ubicados en el núcleo de las células– entre 20 mil y 30 mil genes, mismos que dotan a cada individuo de sus características particulares. Este avance, a pesar de haber sido un gran paso, dejó muchas incógnitas, pues no se sabía qué funciones cumplía cada gen en los seres vivos.

A 17 años de esta aportación científica se sabe que en el genoma existen regiones de repetición de genes, áreas con cambios estructurales muy diferentes entre un individuo que en otro, pedazos de genes que faltan y otros que sobran. Estos cambios pueden ser inocuos, benignos o causantes de enfermedades.

Todos portamos mutaciones para enfermedades muchas veces raras, sólo que se mantienen como genes recesivos y no se expresan, a menos que dos personas con las mismas mutaciones tengan progenie y sus genes recesivos se expresen. Hoy día conocemos 19 por ciento, 3 mil 831, de estos genes, mientras en 2000 se conocía uno por ciento, comentó Carmen Alaez Verson, investigadora del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen).

Uso de la bioinformática

Las enfermedades raras –cuyo nombre obedece a que son poco frecuentes en las poblaciones con un estimado estadístico de un individuo por cada 2 mil personas– son muy difíciles de diagnosticar porque presentan síntomas similares, por lo cual se ha recurrido a la bioinformática para analizar regiones de genes o el genoma completo de los pacientes, pues, si la persona no sabe cuál es su mutación, no puede acceder ni a medicamento ni a un ensayo clínico que en un futuro diera lugar a la obtención del medicamento.

En México, el Inmegen realiza esos estudios en el Laboratorio de Diagnóstico Genómico, a cargo de Alaez Verson, quien indicó que es importante desarrollar el conocimiento local. Si seguimos mandando muestras al extranjero nunca vamos a saber qué pasa con estas enfermedades raras en México y cuáles son las mutaciones que circulan con mayor frecuencia en la población. Si no se tiene conocimiento de las mutaciones que están en el país será difícil que se pueda interpretar con certeza.

A lo largo de estos años se ha logrado reducir costos y aumentar la eficiencia del diagnóstico con la creación de bases de datos internacionales como el sitio web Human Gene Mutation Database, donde los especialistas consultan cuadros clínicos de pacientes de cualquier parte del mundo.

Estos repositorios contienen también datos de secuenciaciones de exomas, parte del genoma que al transcribirse da lugar a las proteínas; hay genomas completos que sirven como referencia y hay bases de datos fenotípicas (las características visibles de una persona), en las que se asigna un número a esos rasgos. Esto facilita el establecimiento de un cuadro clínico a quienes padecen una determinada patología.

Aun así, una persona puede tardar años en tener su diagnóstico por la complejidad del análisis, y esto se debe a que es muy complicado hacer diagnósticos.

Hay 15 o más genes que pueden dar un diagnóstico similar, además de que las mutaciones que causan enfermedades raras no son todas iguales ni tienen el mismo efecto sobre la proteína que codifica a determinado gen, por eso la terapia a los pacientes tampoco es exactamente igual.

La investigadora en ciencias médicas añadió que hay mutaciones que eliminan totalmente la función de una proteína, hay otras donde la proteína existe pero no funciona tan bien como debería; hay medicamentos que utilizan a ciertas moléculas para hacer que esa proteína que no funciona tan bien lo haga un poco mejor.

Ante este escenario, las bases de datos sirven para tener una estadística mundial de las enfermedades raras, que evidencian que entre éstas hay unas con mayor tasa de incidencia. Esto sirve para identificar enfermedades y evitar procesos clínicos innecesarios, y para presionar a las farmacéuticas y hacerles ver que vale la pena invertir en la creación de fármacos.

“El desarrollo de medicamentos huérfanos –que están destinados a un grupo muy reducido de pacientes– no le ha importado a la industria porque es un mercado pequeño y hay poco retorno de inversión para la industria. Sólo hay 400 fármacos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, de los cuales 5 por ciento son eficaces para tratar enfermedades raras; el resto de los pacientes recibe cuidados paliativos”, señaló Alaez Verson.

Existe también la terapia génica, en la que se utiliza un vector, como un virus que no daña al ser humano, al que se le coloca un gen sano; el vector funge como transportador que lleva al gen al tejido donde debería funcionar. El problema es que son tratamientos costosos por ser personalizados y los vectores suelen ocasionar efectos adversos en el paciente.

La terapia de remplazo enzimático es otra alternativa. Se proporciona al organismo la enzima que no funciona porque su gen está dañado, ya sea por transfusión sanguínea o vía oral. La enzima suele ser un clon obtenido de una bacteria. El problema con esta terapia es que es cara y de por vida.