oda crítica y autocrítica es un ejercicio que enriquece la democracia, por el contrario, los discursos de odio engendran intolerancia y pueden agravar los problemas de desigualdad e inseguridad que en este país ya alcanzan niveles de escándalo. Analizando el contenido en periódicos y redes sociales de quienes muestran discursos de odio o fobias contra López Obrador y Morena, pude identificar cuatro perfiles de personas pejefóbicas: los racistas, los misóginos, los beautiful guys y los zapatistas. No se trata de categorías excluyentes, no intento denostar a nadie ni señalar nombres, sólo hago una descripción crítica de personalidades.
Racistas pejefóbicos: los racistas antipeje desprecian el color de la tierra en la piel. Muchos son nuevos ricos, eran de clase media pero han ascendido, no precisamente por tener empresas exitosas sino por el excelente manejo de sus ahorros
como legisladores/as o funcionarios públicos. Los hay morenos y prietas, güeros y güeras. Ellos suelen usar camisas abiertas para mostrar pelo en pecho, cadena de oro y relojes con piedras preciosas, usan just for men
para ocultar las canas. Ellas usan bolsa de marca, de las caras: Louis Vuitton y Gucci, tacones o botas con plataforma, mascadas de Pineda Covalin, las de pelo oscuro se hacen rayitos o se oxigenan el cabello y cirugía plástica en la nariz para hacerla respingada. Cuando alcanzan cierta fortuna prefieren un depa en Miami que en cualquier otra parte. Aficionados al soccer, aprenden a jugar golf para mejorar las relaciones públicas. Odian a quienes no se han hecho ricos y siguen siendo pobres, les tildan de perdedores y locos. Tienen pánico a perder su fortuna, la cual valoran como producto del esfuerzo y sacrificio de años en el mundo de la política.
Misóginos/as pejefóbicos: la misoginia es un rasgo que suele acompañar al racismo, tanto en hombres como en mujeres antipeje. La aversión hacia las mujeres queda en evidencia en sus mensajes de WhatsApp: circulan fotos y videos porno de güeras encueradas tipo Barbie
, chistes homofóbicos y de infidelidades matrimoniales, maestros del albur, desprecian los rasgos indígenas las prietas no aprietan
, también gustan de contratar trabajadoras/es sexuales. Retwittean chistes donde se agrede a quienes defienden a AMLO, inspiraron el diseño de la App: “Matar pejezombies”, su juego favorito. Siempre usan saco y corbata y lucen argolla matrimonial, les gustan los carros deportivos, los helicópteros y las motos. Las misóginas antipeje se dedican al hogar y no son muy del Twitter, prefieren el Face y el Whats, les encantan los chistes rojos en las redes y en las despedidas de soltera acuden a shows de strippers. Para vestir, ellas prefieren escotes un poco pronunciados, collares discretos y falda entallada; adoran las plazas comerciales y las mercancías de los malls, todas tienen camionetas grandes del año, aunque no tengan familia numerosa. Consumen alcohol sin culpa pero consideran a la mariguana como droga peligrosa. Las y los misóginos son antifeministas, odian el feminismo, son creyentes aunque no siempre van a misa, consideran el aborto un crimen y rechazan la adopción por parte de parejas del mismo sexo.
Beautiful guys pejefóbicos: son intelectuales con posgrado en Estados Unidos, crecieron en familias acomodadas que les permitieron viajar, aprender idiomas y conocer el mundo desde niños/as. Muestran rasgos clasistas, menosprecian a quienes estudiaron en escuela pública y no dominan el inglés, el manejo del castellano con acento indígena les parece signo de ignorancia. Son hijos e hijas de papi, tienen nombre o apellido de quien dejó huella y prestigio en la esfera política o intelectual. Tienen currículo como académicos/as y asesores de políticos, donde han logrado buenos ingresos y hacerse de una casa en zona residencial de alto lujo. Ellos visten camisas de algodón y saco de fibra natural sin corbata. Las mujeres compran su ropa en Nueva York, ganan muy bien gracias a sus libros y consultorías, son agnósticas y feministas neoliberales, denuncian la desigualdad de género pero no abordan la intersección entre esa desigualdad y la adscripción de clase. Los beautiful guys hablan y escriben sobre la pobreza y la desigualdad, pero nunca se ensucian los zapatos, no se han parado en escuelas rurales ni en hospitales públicos de zonas marginadas. Exigen uniforme a sus empleadas domésticas y traje a su chofer. Son muy precisos al hablar de cifras, tendencias y estadísticas, en sus análisis críticos cuidan más los números que su interpretación. Defienden el stablishment y las reformas estructurales
pero se ofenden cuando les identifican como neoliberales o conservadores. Les cuesta aceptar que alguien que nació en la pobreza ha podido alcanzar un alto nivel cultural.
Zapatistas pejefóbicos: la conciencia sobre la exclusión y la experiencia del dolor les ha llevado a desconfiar de la vía democrática, consideran a la democracia como una farsa, desprecian a quienes creen que las elecciones son un camino para transformar a la sociedad. Son creyentes, valoran en alto las raíces indígenas y la cultura precolonial. Tienen conciencia del resquebrajamiento del país, apuestan por la rabia como catalizador de la organización comunitaria. Representan una izquierda radical, es decir de raíz
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Twitter: Gabrielarodr108