La Cámara de Diputados entró al segundo de tres meses de su último periodo de sesiones sin una agenda concreta y después de mantener en la congeladora temas pendientes, como la designación del titular de la Auditoría Superior de la Federación o abordar la discusión de la ley de publicidad gubernamental.

Legislamos la pedacería, reconoce el coordinador de MC, Macedonio Tamez, el único de sus pares que ha expresado en el Palacio Legislativo la preocupación porque las sesiones transcurren sin temas fundamentales.

Enfocados en la elección, los diputados comenzaron tarde todas las siete sesiones de febrero, hasta con dos horas de retraso, debido al ausentismo y con apenas quórum mínimo.

Las 56 comisiones ordinarias siguen estancadas, sus reuniones convocadas se han cancelado porque los diputados no asisten y eso que la operación de cada una de ellas cuesta a la cámara, en promedio, 4.4 millones de pesos al año.

Desde abril de 2016 venció el plazo para que la cámara designara a los titulares de los órganos internos de control del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, la Comisión Federal de Competencia Económica y el Instituto Federal de Telecomunicaciones.

Los desacuerdos constantes entre los grupos parlamentarios han obligado a posponer, en cada periodo ordinario, la presentación de las ternas al pleno.

Durante las siete sesiones de febrero, la cámara únicamente agendó iniciativas y puntos de acuerdo, y si bien aprobó algunos dictámenes, los propios diputados reconocen que son temas de poca trascendencia, como una en materia de transportes para que las terminales de autobuses tengan baños públicos. Otra fue la ley de autotransporte, que preveía que los concesionarios de autopistas no cobrarán peaje en caso de sismo.

A lo largo de las sesiones, el salón de plenos se queda vacío, sobre todo los jueves, cuando los diputados programan vuelos de regreso a sus entidades a partir de las cuatro de la tarde, y eso obligó a la mesa directiva a levantar sesiones.