Rinden homenaje en Yucatán al corresponsal de La Jornada
Domingo 18 de marzo de 2018, p. 9
Mérida, Yuc.
“La tibieza que han mostrado las autoridades judiciales responsables de investigar y esclarecer el asesinato de Javier Valdez Cárdenas –el periodista abatido a balazos en Culiacán, Sinaloa, hace 10 meses– no puede entenderse de otra forma sino como complicidad”, sentenció ayer su esposa, Griselda Triana, durante un homenaje que le rindieron aquí sus colegas locales en el contexto de la Feria Internacional de la Lectura de Yucatán.
Hace un año el cronista culichi transitaba, plácido y cargado de libros, por los estands de la Feria Internacional de la Lectura de Yucatán. Había venido a presentar la nueva edición de uno de sus primeros libros publicados, Malayerba, colección de crónicas urbanas sobre su nativo Culiacán. Estaba especialmente orgulloso de aquella vieja, primera edición, porque Carlos Monsiváis, asombrado ante la frescura y los recursos literarios del entonces novel reportero, había accedido a prologar el pequeño tomo.
Viajero frecuente por las ferias del libro en los estados donde se organizan estos eventos literarios, ya que bajo su firma ya se habían publicado seis títulos, casi uno por año, Valdez Cárdenas, corresponsal de La Jornada y cofundador del semanario local Ríodoce, bien podría haber venido este año a presentar quizá una redición de su último libro, Narcoperiodismo: la prensa en medio del crimen y la denuncia o alguna obra recién hecha. En su lugar, hoy asistió su esposa Griselda Triana –la próxima semana cumplirían 27 año de casados–para participar en un homenaje.
“A Javier hay que leerlo, lo mismo que a otros muchos periodistas como él –recomendó Griselda, también comunicóloga–para entender al país, no sólo desde la perspectiva del narcotráfico, porque él, aun sabiendo mucho del tema, no se consideraba un experto, sino para entenderlo desde la gente, desde las historias cotidianas y pequeñas que transcurren y sufren esta violencia”.
Ante un público como el yucateco –que ve a la distancia las realidades de inseguridad, violencia fuera de control y descomposición que caracterizan a varias entidades del país, como Veracruz y Guerrero, la franja norteña, sin omitir a Ciudad de México–, Triana detalló las condiciones en las que su esposo y la mayoría de sus colegas ejercen el periodismo en sus entidades. Sabía del riesgo que corría, pero decía que él no podía hacerse a un lado, aun sabiendo que podía ser el próximo
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Sobre el impacto de este crimen, la compañera de Valdez Cárdenas expresó: Las 12 balas que acabaron con la vida de Javier también acabaron con la de mi familia. Es muy difícil aceptar que hoy somos como los personajes, víctimas de la violencia, sobre los que Javier escribió en sus crónicas
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Acerca de la impunidad que priva en el caso del periodista, manifestó: No podemos resignarnos a que éste sea un crimen más sin resolver. Y como nosotros, mis hijos y yo, ninguna de las familias que son víctimas tendrían por qué resignarse
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Por su parte, Paul Antoine Matos, reportero del diario La Jornada Maya, instó: A Javier no sólo hay que leerlo, recordarlo y difundirlo; hay que seguir reclamando justicia
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Tania Medina, periodista de Telemar, recordó que conoció a Valdez Cárdenas en uno de sus viajes a esta feria de la lectura. “Él me dio tres consejos: ‘que nada te valga madre, ser cercana a la gente y leer poesía, mucha poesía’”.
Finalmente, Blanche Petrich, reportera de La Jornada, respondió a la pregunta de una asistente al homenaje sobre qué es lo que hace el gremio periodístico frente a la incontenible violencia contra los informadores. Explicó que si bien al principio la reacción fue lenta, desorganizada y vacilante, porque el gremio periodístico en México es poco organizado y competitivo entre sí, en algunos círculos se han empezado a dar respuestas colectivas, en forma de redes, talleres y foros, que a partir de la reflexión del problema plantean ya formas de acción para no dejar solos y a su suerte a los cientos de comunicadores en riesgo en el país.