Un prolongado aplauso recibió el entrenador polaco Andrzej Piotrowski en el homenaje que le rindieron junto a su compatriota Tadeusz Kepka, ya fallecido, durante el Foro Maratón Ciudad de México.

Ante varias generaciones de velocistas que formó por más de tres décadas, el técnico de 85 años soltó algunas lágrimas al ver a sus ex alumnos que llegaron de varias entidades de la República Mexicana y de otros países para arroparlo con ese respeto y cariño que le prodigaron en la pista.

El entrenador de velocidad, quien le dio las dos primeras preseas mundiales a México con Alejandro Cárdenas con los bronces en Maebashi 1998 (indoor) y Sevilla 1999 (aire libre) en 400 metros planos, estaba emocionado por el rencuentro y expresó sentirse orgulloso de sus chicos y chicas, algunos de los cuales tenía tiempo que no sabía de ellos y le daba enorme gusto verlos como profesionistas y acompañados de sus familias.

Disciplina, resistencia y paciencia fueron las tres palabras con las que el polaco resumió su trabajo; sin embargo, Cárdenas, lo definió mejor al considerarlo como un segundo padre, todo un hombre, un caballero.

La ceremonia involucró a otro polaco que hace casi tres meses perdió la vida. Escuchar a Tadeusz Kepka y Piotrowski era una delicia, no sabíamos ni lo que decían en su idioma. Tenerlos a nuestro lado, crear generaciones en fondo y velocidad en México, era como para venerarlos, recordó Cárdenas, quien hasta la fecha ostenta el récord del país con 44:31 segundos impuesto en la justa mundial española, así como los terceros lugares en Juegos Centroamericanos y Panamericanos.

Ellos dejaron su país para dar lo mejor a México en el atletismo, recalcó el sonorense, quien se dirigió a su entrenador y se le quebró la voz para decirle no estás solo, nosotros estamos muy agradecidos no por las medallas ni los resultados, lo estamos por la vida que nos enseñaste.

Andrew Kepka recibió el diploma de su padre y agradeció las muestras de cariño de los ex atletas hacia un papá que por dedicarse al atletismo no tuvo tiempo de disfrutarlo, pero entendía la pasión del polaco que formó a grandes maratonistas.