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No sé cómo vivo con el dolor de no tenerte, señala testimonio

La desaparición forzada, historia que se repite en municipios de Coahuila
 
Periódico La Jornada
Lunes 21 de mayo de 2018, p. 7

En el libro Memoria de un corazón ausente. Historias de vida, presentado en el Senado, se reúnen 12 historias de personas desaparecidas en los municipios coahuilenses de Ramos Arizpe, Parras, Zaragoza, Saltillo, Piedras Negras, Torreón y la capital. Los familiares de las víctimas señalan en el texto que no quieren que sus seres queridos sean una estadística más, ya que ellos tienen nombre y tenían una vida y un futuro.

Erika Vanesa Gallegos Flores narra la historia de su esposo, Daniel Heberto Hernández Villarreal: Esto es un capítulo abierto para mis hijos. Ellos siempre me preguntan por él, pero yo no tengo respuestas, y si no las tengo, ¿qué les puedo decir? Él no sólo fue un buen padre, sino también un gran amigo, un buen esposo y, sobre todo, una buena persona.

Daniel Heberto fue desaparecido el 19 de abril de 2010 en Piedras Negras. Dos sujetos desconocidos se lo llevaron. Erika Vanesa dice en el libro que la historia de Daniel comienza cuando nos conocimos y seguirá con cada paso que den sus hijos. Allí encuentro las expresiones de mi esposo, su forma de ser: en Daniel Santiago, Isabela y Natalia; ellos son el recuerdo latente de que su presencia sigue aquí, y de que alguna vez estuvo con nosotros.

María de Lourdes Herrera del Llano narra el caso de su hijo Brandon Esteban Acosta Herrera, desaparecido junto con su papá, Esteban Acosta Rodríguez, y sus tíos, Gerardo y Gualberto Acosta Rodríguez, el 29 de agosto de 2009, en Ramos Arizpe; sujetos desconocidos se los llevaron.

Ella cuenta que Brandon nació el lunes 2 de octubre del 2000 en Saltillo. Es el menor de dos hijos de mi matrimonio con Esteban Acosta. Desde muy pequeño mostró interés por el futbol y la lectura, aunque su verdadera pasión eran los caballos y todo lo relacionado con la vida en el campo; de ahí que su vestimenta favorita fuera el estilo vaquero.

En el libro, María de Lourdes escribe una carta a su hijo: Mi niño hermoso, han pasado ya más de ocho años en que las manos perversas de unas personas sin corazón y sentimientos privaron tu libertad al desaparecerte junto con tu papito y tus tíos. Ocho años es tanto y tan poco a la vez, mi niño, pues ni yo misma me explico cómo he podido vivir con este dolor de no tenerte a mi lado. Son ocho años de buscarte y no encontrarte; ocho años, mi amor, de pensarte día y noche; ocho años de iniciar el día pidiendo a Dios encontrarte, y por la noche, al terminar un día más sin saber nada de ti, implorarle que me dé vida y fortaleza para seguir en tu búsqueda.

Guadalupe González Escobar cuenta la historia de su hijo Antonio Verástegui González y su nieto, Antonio de Jesús Verástegui Escobedo, desaparecidos el 24 de enero de 2009 en Parras.

Ella también escribe una carta: “Hola, hijo. Quisiera saber dónde estás. Mucho anduve buscándote, pero fue imposible encontrarte. Y no he podido hacerlo, pero sigo llevándote en mi corazón. Te tengo en mi corazón. Mi dolor es muy grande, y no sólo para mí, sino también para tus hijos…”