En el Auditorio Nacional no hubo tregua musical ni reserva en consignas políticas y sociales. Caifanes, como iluminado anfitrión, se apoderó del escenario, interpretó rolas de sus cuatro producciones y también se manifestó contra un sexenio que ha sido de los más sangrientos.

La noche del jueves, previo a la melodía Antes de que nos olviden, Saúl Hernández, vocalista y líder de la banda, dijo que es interminable la lista de violencia que sacude al país: reporteros muertos, jóvenes desaparecidos y encontrados desmembrados, gente inocente y feminicidios. Este es un llamado a los derechos humanos para participar desde nuestro nido, que es nuestra casa, hacia enfrente que es la calle, y de ahí al mundo.

Entre gritos de furor y aprobación de la indomable asistencia, el cantante sugirió armar caminos de luz y cambiar la estructura porque México no necesita presidentes, sino buenos ciudadanos.

Con Los dioses ocultos, Caifanes abrió la ritual y ceremoniosa noche, cuando ni la lluvia impidió la comunión mágica entre músicos y raza indomable. A manera de revuelta musical se escucharon vibrantes Viento, Mátenme porque me muero, Debajo de tu piel, Aviéntame y Perdí mi ojo de venado.

Gracias por estar aquí, por acompañarnos, seguirnos y estar igual de necios que nosotros. Es un honor, una bendición estar aquí, enfrente de ti, fue la bienvenida en voz de Hernández.

A lo largo de la noche el cantante también explicó que se retomaron dos melodías a petición de sus seguidores Nunca me voy a transformar en ti y Sombras en tiempos perdidos, las cuales fueron entonadas al unísono para romper esa barrera en el tiempo, que obliga a pensar en los 31 años de existencia de la banda y 24 de que no han entrado al estudio de grabación. Es un viaje en el tiempo, y ahí me quedo porque no hay más, gritó uno de los seguidores, mientras el sexo femenino no dejó de halagar al intérprete.

Tal vez las anteriores fueron las razones para que el líder del grupo, con agradecimiento, exclamara: El espectáculo más grande es el que ofrece el público. Eso es maravilloso.

Antes de Miedo, Hernández, expuso: En otras ocasiones hemos dicho que a la vida no hay tenerle miedo, sino coraje. Tenle pasión, además de una perspectiva muy grande de lo que eres tú y lo que puedes hacer. Y al amor nunca le tengas miedo porque es lo único que nos maneja, nos libera y nos mueve en todo el Universo.

También se refirió al maltrato que sufren los animales y subrayó la presencia de las nuevas generaciones, esos niños que acudieron con sus padres —llamados por el colectivo chavorrucos—, a quienes dedicó Ayer me dijo un ave.

Hernández, junto con Sabo Romo, Diego Herrera, Alfonso André y Rodrigo Baills, tocaron, cantaron, disfrutaron, compartieron y provocaron júbilo entre el público, que desde la primera canción se mantuvo de pie hasta casi la medianoche.

Una vez más en la historia de Caifanes quedaron registrados su vibrante concierto, así como las imágenes que dan cuenta y no olvidan a los tres estudiantes de cine asesinados en Jalisco, los feminicidios, los 43 desaparecidos en Ayotzinapa y los periodistas acribillados.