ras la debacle electoral propinada con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, la disyuntiva de los partidos políticos es transformarse, renovarse o morir. Los que sobrevivan, si quieren permanecer, tienen que operar cambios fundamentales como someterse a exámenes en todos los temas, hacer revisión y evaluación de los hechos políticos recientes, control de daños de cara al futuro y a la evolución de la política nacional y, al interpretar las señales, aprender las lecciones.
Una tomografía política indicará que los partidos que conserven su registro deberán convocar a consultas nacionales con discusiones y debates de altura, autocrítica colectiva y catarsis.
Ningún partido político está exento de cursar estas asignaturas, pues la terca realidad les exige exponerse ante la faz de la nación. Los que triunfaron deben evitar que actitudes arrogantes, soberbias y frívolas los envuelvan y caractericen sus desempeños. Los que pierdan su registro corregirán para recuperarlo.
Líderes y militantes cambiarán sus maneras de pensar, hablar y actuar, pues ya nada será igual.
En el PRI, partido en el que he militado toda mi vida, muchos están inmersos en sentimientos de tristeza, dolor, desánimo, coraje, frustración, decepción, traición, pero también de vergüenza, valor y reflexión con la esperanza de la recuperación a mediano y largo plazos. Tras la derrota es tiempo de levantar el ánimo y remprender el vuelo con inteligencia, decisión y reciedumbre, pues el PRI no está muerto ni va a morir. A pesar del quebranto sigue siendo el partido político más grande, con presencia en todo el país y con el mérito de haber contribuido, como ninguno otro, al engrandecimiento de México y a la creación de instituciones públicas de gran importancia, y ahora tendrá como propósitos fortalecer su unidad, ser oposición inteligente, impulsar cambios y seguir siendo líder en los avances, bajo las divisas de evolución, visión, inclusión, congruencia, innovación, creatividad y patriotismo.
Para operar los procesos de transformación, renovación, resurrección o advenimiento habrá que auscultar, escuchar, debatir y discernir con voluntad de cambio, con base en principios y valores de moral pública y compromiso social sobre temas y retos tan importantes como la composición de la militancia: base y cuadros dirigentes, la vigencia de los sectores y movimientos; plataforma ideológica: declaración de principios, programa de acción, estatutos, reformas estructurales, formación, capacitación, dirigencias seccionales, municipales, estatales y nacional; intelectuales, rezagos y pendientes en cuanto a libertad de expresión y libre manifestación de las ideas, respeto a los derechos humanos, justicia en todos los órdenes, estado de derecho, corrupción, impunidad, pobreza extrema, educación, cultura, salud, empleo, agricultura, desarrollo rural, pesca, acuacultura, alimentación, vivienda, juventud, niñez, mujeres, familia, deporte, equidad, ecología, divulgación editorial, comunicación social, energías limpias y renovables, recursos naturales, agua, hidrocarburos, aspectos laborales, seguridad social, política interior, seguridad nacional, combate a la violencia y al crimen organizado, soberanía, discapacidades, solidaridad nacional e internacional, política exterior, soberanía, atención a migrantes, globalización, interdependencia, vecindad y relaciones con Estados Unidos, América Latina y el Caribe. Un programa de alcance nacional.
Son tareas arduas e importantes, que deberán atenderse con solidez ideológica, cuidando que el interés de la nación esté por encima de cualquier otro. Es preciso actuar con visión, determinación, sensibilidad, pertinencia, eficiencia, prudencia, arrojo, valentía y rectitud para conectar y convencer.
Como militante propongo la consulta nacional, el cumplimiento de acuerdos, sacudimiento y depuración al interior del PRI, conservar lo positivo y desechar lo negativo, a tono con los nuevos paradigmas políticos, asumiendo que podríamos estar ante la última oportunidad de lograr transformaciones de manera pacífica.
Hoy más que nunca es aconsejable abrevar en el pensamiento visionario del insigne ideólogo, político y estadista Jesús Reyes Heroles, el gran reformador, cuyas enseñanzas y aportaciones siguen vigentes, y para atender los nuevos desafíos se impone dar la bienvenida a más ideólogos y estrategas de línea avanzada, pues tenemos una misión histórica que cumplir y no hay tiempo que perder.